De buenas a primeras, la historia del video musical presenta un recorrido difícil de establecer en términos lineales; aún si se toma en cuenta una posible cronología. Cortos musicales, scopitones, videos promocionales en programas como top of the pops son algunos de los antecedentes del videoclip previo a la forma final que adoptó el formato con el lanzamiento de MTV como canal exclusivamente dedicado a la transmisión de videos musicales. Fue ese el momento en que los videos musicales se convirtieron en una norma para la industria musical, pero también el paso necesario para que los artistas musicales se presentaran como artistas visuales y el videoclip se convirtiera en un componente añadido a su obra como lo pueden ser las canciones, los álbumes, performances y conciertos. De ahí en adelante no hay mayores cambios en su difusión hasta la aparición de YouTube. Desde entonces, los videos musicales dejaron de ser consumidos en televisión para hacerse por internet y con ello se evitó su declive. La función comercial del video musical siempre fue garantía de que una canción conseguiría mayor promoción gracias a ello, pero en términos artísticos el videoclip terminó cumpliendo a largo plazo un propósito superior: enriquecer el universo estético de sus estrellas, crear una mitología asociada a su iconografía y convertirlo en un artista superior que no puede ser calificado como un mero cantante. Si bien es cierto que algunos cantantes no son tan adeptos a crear videos musicales frecuentemente, ya que su sola voz y aporte musical basta para expresarse como artistas (y generar resultados comerciales), cualquiera que pretenda convertirse en una estrella pop (y con estrella pop entendemos cualquier cantante de cualquier género consumido masivamente) necesita convertirse en un artista visual y el videoclip es su principal herramienta para lograrlo.
Visto los resultados, 2021 daría la impresión de no haber sido un año particularmente memorable para la apreciación del video musical. No por la falta de trabajos excepcionales mediante este formato, ni mucho menos porque no haya buen talento involucrado en su quehacer. Pero la cobertura crítica en torno al video musical en los últimos doce meses fue abismalmente escasa, exceptuando por algún titular generado por Lil Nas X o si acaso Billie Eilish respecto a sus más recientes videoclips. Da la impresión de que los críticos no sienten particular interés en adentrarse en discusiones serias y atractivas sobre las cualidades y aportes del videoclip. Puede que se deba también a la ausencia de artistas visuales legendarios en un mismo año (Madonna, Lady Gaga, Beyoncé), donde Taylor Swift re-lanzando material “viejo” fue la máxima representante de una “vieja guardia” acompañada por unos cuantos veteranos y un grupo de artistas visuales relativamente nuevos, y que todavía no han alcanzado el estatus de reconocimiento como “grandes” (aunque varios de ellos van por buen camino). Sin embargo, el aspecto más curioso de la recepción crítica en torno al videoclip en el 2021 es que medios como Billboard, Pitchfork o IndieWire ni siquiera se molestaron en compilar un ranking para destacar sus opciones de “mejores del año”; tal como si lo han hecho en ocasiones anteriores. Llama la atención que estos medios sean tan eficientes en crear estas listas en años cuando artistas como Gaga, Swift o Ariana Grande (por poner un ejemplo) suelen proveer material esencial dentro del género solo para excluirlas de sus conteos. Si esto no es un indicio de como el esnobismo que distingue estos reportajes es menos sobre la apreciación crítica real o destacar trabajos que podrían haber pasado desapercibido y más sobre como invalidar a importantes exponentes del video musical deliberadamente, pues queda a discreción de quien lee. En todo caso que a final de año ninguno de estos medios se haya tomado la molestia de crear una lista de los mejores videos musicales del 2021 a lo sumo demuestra una flojera imperdonable y lo poco que en realidad les importa generar discusión crítica para comprender el video musical como obra de arte.
Entretanto, hablar del estado de la industria musical en el 2021- y en lo sucesivo- implica reconocer un factor que también afecta al video musical: el auge de la plataforma TikTok. Los hits musicales de hoy en día incrementan su popularidad o son generados directamente gracias al trabajo de miles de usuarios creando videos cortos amateurs según las tendencias o retos que se inventan con regularidad en esta aplicación. De cierta manera YouTube ya no es el único foco dominante de contenido audiovisual para la música popular y los artistas musicales crean videoclips más por ambición y ganas de expresarse en términos visuales que por exigencias del mercado. En ese sentido hay unas cuantas tendencias destacadas a lo largo del 2021: el confiado incremento de discos visuales o cortos/mediometrajes como acompañamiento visual al lanzamiento de nueva música (Halsey y Kacey Musgraves estrenando“films” a la par con sus discos fueron los casos más destacados), la creación de videos musicales para canciones de eras musicales pasadas de un artista (Swift no fue la única) y respuestas directas a lo que es “trending” en TikTok solo que mediante una mayor escala de producción (en especial los artistas hip-hop coquetean directamente con ese campo de oportunidades). Por su parte, los videos musicales más destacados suelen ser aquellos que comprenden las ilimitadas posibilidades del medio para expresar contenidos que son visualmente espectaculares y al mismo tiempo capaces de conectar con aspectos personales de los cantantes para clarificar quienes son bien sea como seres humanos, artistas y símbolos.
Bien podría optarse por una vertiente pesimista y decir que el videoclip se está volviendo irrelevante y es una costumbre o lujo de la cual ya no dependen demasiado los resultados comerciales de un single o el disco posterior al cual pertenecerán. En todo caso es una invitación a apreciar que quienes siguen empeñados en crear videos musicales lo hacen porque así se diferencian como artistas y comunican directamente a su audiencia mundos interiores que nos obligan a confrontar y descifrar lo representado en imágenes. Es la clase de revelación estética que termina por marcar la diferencia entre lo que se consume como producto y lo que se absorbe como obra de arte. De tal manera los videos compilados en este top 30 de mejores videos musicales del 2021 (y unas cuantas menciones especiales, por lo general de trabajos audiovisuales relevantes pero difíciles de clasificar como videos musicales en un sentido tradicional) sirven como una muestra de que el formato sigue creciendo, evolucionando y se resiste a quedar obsoleto. Si tan solo hubiera una cobertura crítica a la altura de ello, la apreciación del video musical sería mucho más completa tal y como lo merece.
Al final del artículo encontrarás un link de Youtube al playlist que reúne todos los videos reseñados en el ranking.
Mención Especial: Downfalls High (Machine Gun Kelly, Dir. Machine Gun Kelly & Mod Sun): Los ciclos de promoción mediante los cuales un videoclip es lanzado para aumentar el performance comercial un single han sido la convención que distinguen la razón de ser del videoclip dentro de la industria musical. Sin embargo, en el transcurso de los últimos años se ha puesto en boga la tendencia de acompañar no solo los singles sino discos enteros con un material audiovisual sostenido por intenciones artísticas que valen por sí sola. Discos visuales o cortometrajes musicales están a la orden del día para establecer puentes que no han sido definidos del todo entre el videoclip y el cine, o la apreciación de discos visuales como un sub-género del musical. Uno de los trabajos más elaborados y ambiciosos del 2021 en esta ruta fue el cortometraje Downfalls High, una pieza de acompañamiento audiovisual conectada con el disco Ticket To My Downfall del cantante y rapero Colson Baker conocido artísticamente como Machine Gun Kelly (un artista que integra hip-hop, rock y pop punk en sus composiciones). Dirigido por Baker junto al rapero Mod Sun, el cortometraje incluye performances de cada una de las canciones que componen el disco (y respetando el orden en que son presentadas) pero construidos alrededor de una historia que separa el espacio donde el cantante y su banda canta en paralelo a los personajes que protagonizan el relato. De esta manera Machine Gun Kelly y la música de su disco hacen las veces de narradores, o comentadores, de la historia de amor adolescente entre Fénix (Chase Hudson), el chico raro e incomprendido de la secundaria, y Scarlett (Sidney Sweeney), la chica popular del instituto. Romance y tragedia van de la mano en un relato que alcanza su mayor punto como musical cuando Fenix decide ser el frontman de una banda cantando al mismo tiempo que las secuencias extra-diegéticas de Machine Gun Kelly interpretando sus temas. La historia es algo predecible y la desconexión entre performance e historia pone en evidencia la falta de una fusión más sólida a nivel estético y emocional. No obstante, la ambición es loable y el cortometraje podría ser el workshop para un futuro musical de Broadway al estilo de American Idiot.
30- Perra (J Balvin ft. Tokischa, Dir. Raymi Paulus): Siempre puedes contar con el reggaeton, cuando se trata de complacer apetitos vulgares y descerebrados. El género cuya hegemonía comercial y su tiempo de existencia lo han vuelto inescapable en Latinoamérica suele aparecer en el centro de debates culturales e intelectuales con calificativos reprobatorios por parte de la crítica local y otros autoproclamados defensores de la decencia y el “buen gusto”. Por contraste; internacionalmentepor mediación del trabajo de artistas que han traspasado fronteras (J Balvin, Bad Bunny, Karol G, Daddy Yankee, Maluma, entre otros) el reggaeton representa esa cosa foránea y curiosa que inspira una cobertura crítica mayormente positiva o a lo sumo imparcial gracias a ese distanciamiento. En el centro de estas dicotomías, el videoclip Perra y su recepción es un caso de estudio interesante teniendo en cuenta que proviene de un reggaetonero ampliamente reconocido en Estados Unidos y otras partes del mundo. Se podría decir que es el primer video de reggaeton que le abrió los ojos a los críticos internacionales sobre aquello que los detractores del género en las regiones donde se produce han criticado desde siempre: su flagrante misoginia. Actualmente el video no se encuentra disponible en el canal oficial del cantante en YouTube (aunque se puede conseguir en subidas no autorizadas) y fue específicamente removido de la plataforma seguido de las predecibles disculpas publicas en lo que constituye otro nuevo caso de “cancelación” online y control de daños con acciones cobardes para aplacar a la masa informe y anónima del internet (especialmente las voces que pululan en Twitter).
Pero, ¿qué es tan controversial sobre Perra comparado con otros videos de reggaeton y por qué los críticos internacionales repararon en las faltas de este video musical latinoaméricano en específico? El video muestra J Balvin deambulando en un barrio de Colombia- una locación indistinguible de cualquier zona marginal que escojas al azar en otro país del mismo continente- llevando la fiesta a la calle con una comunidad que celebra y disfruta al ritmo de la canción con líneas tales como Ey, eres una perra en calor y estás buscando un perro pa' quedarte pega' (respuesta que Balvin le da al verso de Tokisha diciendo Yo soy una perra en calor, 'Toy buscando un perro pa' quedarno' pega'o). Una canción de cortejo sexual no precisamente sutil que evidentemente exige un video de “perreo” y traseros que se menean descontrolodamente (o sea la fórmula clásica del video de reggaeton). El giro que Balvin y Paulus hacen con el material es convertir en explícita la metáfora de las mujeres como perras (y del perreo como concepto en general) mediante elaborados maquillajes con prótesis que le confieren un aspecto terrorífico a los modelos y bailarines que las usan. No son solo mujeres, sino también hombres y niños ostentando este maquillaje y probablemente este talento local actualmente debe lamentar no poder mostrar el video de J Balvin en el cual tuvieron la fortuna de participar (esos daños colaterales que la cultura de la cancelación jamás contempla). Sin embargo, la imagen más ofensiva del video es la de Balvin, más rubio que nunca, paseando a las mujeres-perras atadas a cuerdas. Para cualquier detractor del reggaeton esta imagen es una más entre tantas que han sido duramente criticadas sobre como los artistas de este género se valen de la cosificación y degradación de las mujeres para promocionar sus canciones. Pero para el crítico internacional que hasta entonces ha alabado a Balvin como un “token” de la cultura pop latina reconoce por primera vez en el cantante colombiano el símbolo de un hombre blanco heterosexual colonizador exponiendo mujeres de piel negra y morena como sus mascotas (a sus ojos se blanquea porque anterioremente lo han reconocido como “otredad” racializada). Si el pecado original de la cultura latina son los subterfugios del machismo en su maltrato a las mujeres, para sociedades como la americana la peor falta es cualquier cosa que recuerde al pecado mortal de la esclavitud. De pronto Balvin deja de ser visto como una figura multiracial que es apreciado como elemento de diversidad por los críticos e intelectuales liberales del primer mundo y se convierte en otro opresor más que debe ser castigado por sus faltas. El castillo de naipes de la hipocresía, tras tantos estudios culturales motivados exclusivamente por agendas ideológicas, cayendo por su propio peso.
La gran ironía de esta triste repercusión y la consecuente “cancelación” del video avalada por Balvin y su mea culpa es que Perra sigue siendo superior a buena parte de lo que otros artistas dentro del género históricamente han usado para promocionar sus canciones. Sus aspectos grotescos y repelentes no son accidentales y son en cambio cualidades estéticas dignas de una pieza de arte trash elevado comparable a una película de Harmony Korine o un videoclip de Die Antwoord. De no ser por el video; la canción por si sola, sin ritmos innovadores y con una letra horrenda, queda como otra muestra indigna de los peores aspectos del reggaeton. En cambio las imágenes directamente repulsivas y monstruosas del videoclip inevitablemente revierten la cosificación “inofensiva” que en otros casos ha pasado desapercibida para quienes hasta entonces han celebrado el reggaeton como una manera de destacar el folklore latino en tierras foráneas. El único error de cálculo fue no someter a Balvin a la misma transformación, convertirlo también en otro perro de la manada. Al ser amo por defecto de una comunidad de perros con actores mayormente negros, las condiciones estaban dadas para generar la controversia incorrecta. Que ni Balvin ni Paulus no se hayan atrevido a defender su propuesta artística con fundamentos frente a los medios internacionales que los condenaron (Billboard, Rolling Stone, entre otros) y que el resto de los videos de reggaeton formulaicos sigan existiendo sin ningún nivel de autocrítica convierten este cordero sacrificial en una baja inútil. La controversia pronto será olvidada y una obra de arte de interés crítico ha sido sustraída a la cultura entorpeciendo el seguimiento de discusiones importantes y necesarias. “Cancelar” y “borrar” nunca debería ser la solución. Lo que se borra solo puede generar olvidos, y lo que se olvida no puede inspirar reflexiones que promuevan verdaderos cambios.
29- Hold On (Justin Bieber, Dir. Colin Tilley): De todas las estrellas pop masculinas propiamente millenials, Justin Bieber ha terminado siendo una de las más conservadoras y aburridas comparado con sus contemporáneos (Harry Styles, The Weeknd, Bruno Mars). Esto no es necesariamente un defecto, sobre todo si consideramos que sus inicios precoces como niño ascendido al estatus de ídolo adolescente lo pusieron en el ojo del huracán público prácticamente toda su vida. Bieber ha crecido y sobrevivido mejor de lo esperado, pese a que no parece interesado en convertirse en el siguiente Michael Jackson o ni siquiera un renovado Justin Timberlake; contrario a lo que hubiera podido anticiparse y contando con suficiente potencial para serlo si así lo deseara. Aún así su condición de supernova (no hay año en que no produzca un hit ya sea en solitario o mediante una colaboración con otros artistas) lo pone en una posición envidiable de ser uno de esos artistas con el alcance y los recursos necesarios para hacer lo que le de la gana cuando se trata de producir un videoclip. Al respecto Bieber no opta por conceptos visuales alocados ni por looks extravagantes y en sus más recientes propuestas audiovisuales demuestra un interés concreto en videos musicales narrativos centrados en experiencias “humanas y reales” con un cierto componente sentimental (o sentimentaloide, si nos ponemos cínicos). En el 2021 Bieber lanzó Justice, el que podría considerarse su mejor disco hasta ahora, y la promoción que comenzó con singles lanzados en el 2020 se ha distinguido por videos musicales románticos e idealistas donde se presenta como un hombre sensible motivado por el amor y luchando contra adversidades que podrían afectar a personas corrientes y no a una popstar. Ya sea como un boxeador enamorado entrenando para ganar una pelea (Anyone) o un hijo preocupado por que su madre (interpretada por Diane Keaton) pueda rehacer su vida después de la muerte de su padre (Ghost), los más recientes videoclips de Bieber son simples pero emocionalmente efectivos. El mejor de ese combo es Hold On (a cargo de Colin Tilley, director más cool actualmente en materia de videos musicales), que introduce a Bieber en un opening vibrante digno de un blockbuster conduciendo una moto a toda velocidad para escapar de una redada policial. La persecución llega a su aparente fin cuando es obligado a detenerse y recibe un disparo. A pesar de ser herido, Bieber conduce de nuevo reanudando su carrera a contrarreloj. Seguidamente al ritmo de la canción (una deliciosa pieza synthpop inspirada en la música de los 80s) conoceremos las razones que lo llevaron a tan dramática situación. Hold On retrata una historia de amor entre Bieber y su novia (interpretada Christine Ko, una actriz asiático-americana) enfrentando un diagnóstico de cáncer para el cual no cuentan con suficientes recursos a la hora de costear los tratamientos. Ya que hacer una venta de garaje no basta para recolectar todo el dinero que requieren, Bieber es empujado al límite por amor y desesperación para cubrir los gastos del hospital. Tras pintar una pistola de plástico para darle una apariencia real, Bieber orquesta un torpe asalto a un banco que revelan la causa de la persecución inicial a la que volveremos eventualmente. A juzgar por la simple descripción parece una historia ridícula y predecible, y Bieber no ahonda en denuncias sociales contra el sistema de salud pública en Estados Unidos para darle peso, pero claramente el cantante cree en el componente emocional de este tipo de historias. Gracias a esa fe genuina de su parte, el resultado es tierno y conmovedor como su imagen final de un abrazo que bien podría ser el último de estos amantes.
28- Follow Me Around (Radiohead, Dir. Us): El reciclaje de viejas canciones o relanzamientos de piezas inéditas guardadas en válvulas para la creación de videos musicales totalmente nuevos en el 2021 fue uno de los fenómenos más destacados, tras dos años lidiando con una pandemia. Sin embargo, COVID-19 no es necesariamente la causa por la cual distintos cantantes y bandas están presentando material audiovisual nuevo para acompañar lanzamientos conectados con eras musicales pasadas. Para una banda como Radiohead que siempre ha cuidado su promoción audiovisual, casi en el mismo nivel que la composición de sus canciones, el rescate de temas que habían mantenido ocultas hasta ahora son agradables sorpresas que enriquecen relanzamientos para conmemorar los aniversarios de sus discos clásicos y aclamados (Kid A y Amnesiac). Radiohead es una de las pocas bandas rock que consistentemente aprovechan el ilimitado potencial del videoclip para complementar su música; así que incluso una compilación de material viejo o reciclado ha generado dos videos musicales: If You Say A Word y Follow Me Around. Un video de Radiohead por lo general se distingue por sus afinidades surrealistas a la hora de representar situaciones absurdas o contar historias sin una resolución clara que dejan una impresión perturbadora (Just es el ejemplo más emblemático). Por su parte, su trabajo con directores visionarios que no pretenden hacer videos musicales convencionales les permite explorar un aspecto mucho más experimental en la ejecución. Esto es algo que se cumple a carta cabal en Follow Me Around, a cargo del dúo creativo Us integrado por los cineastas Chris Barrett y Luke Taylor y protagonizado por Guy Pearce (mejor conocido por su rol protagónico en Memento de Christopher Nolan). El video muestra al actor en una situación absurda y exasperante al ser vigilado por un dron (aunque a juzgar por su actuación pareciera que lidia con una mosca o zancudo) que documenta todo lo que hace en su apartamento y lo persigue adonde quiera que vaya. La tosquedad visual del videoclip (adrede), invita a que admiremos específicamente su brillante ejecución técnica. Al mismo tiempo la ambivalencia de si la razón tras esta pesadilla de asedio e invasión del hogar es una cámara o un insecto mantiene constantemente la duda (las imágenes no son totalmente nítidas y están ligeramente distorsionadas con un lente de pez). Solo vemos lo capturado por el dron, lo cual nos sitúa como audiencia en la posición de voyeurs y agresores compartiendo la mirada inquisidora de un “monstruo” que permanece fuera de cada encuadre que va creando sobre la marcha. Si bien podría interpretarse como una meditación sobre la fama, en un tiempo distinguido por el confinamiento y el aislamiento el dron muestra a una persona en un entorno doméstico donde no ocurre nada especial excepto la persecución promovida por la cámara en su vuelo indetenible y que naturalmente empuja a su protagonista a buscar una salida. Follow Me Around es un performance de paranoia llevado al extremo que resume la batalla entre el hombre y la tecnología. También en un mundo globalizado donde podemos vernos los unos a los otros entre pantallas, y documentamos públicamente todo lo que hacemos a cada instante, hemos llegado al nivel de no querer seguir viendo ni ser vistos. O porque simplemente no hay nada que ver. El video culmina con un triunfo temporal en el cual Pearce consigue capturar a la cámara dentro de un automóvil. Una nota de humor que alivia temporalmente miedos e incertidumbres.
27- Ateo (C. Tangana y Nathy Peluso, Dir. Anton Álvarez): Para un video que pretende anticipar y refutar de antemano las probables críticas en su contra, la mayor ironía es que su principal controversia fuera la más predecible y justamente la que no contempló en primer lugar. C. Tangana y Nathy Peluso- dos de los más prometedores artistas de habla hispana en la actualidad- unen fuerzas en una bachata flamenco sobre cómo amar a alguien te convierte en un creyente (Yo era ateo, pero ahora creo porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo). No es un contenido blasfemo a pesar del título incitador (especialmente en un país católico como España, de donde proviene Tangana), como tampoco es sacrílego el video musical con escenas grabadas en la Catedral de Toledo (una locación preciosa que engrandece la propuesta visual) presentando a los cantantes bailando tan pegados como dos personas pueden estarlo antes de que alguien comience a hacer acusaciones de indecencia en un lugar público. Como parte del concepto un fotograma de ellos bailando donde Tangana jala del cabello a Peluso de manera agresiva se convierte en un tópico de conversación diseccionado, discutido y descontextualizado por páneles en programas de opinión, youtubers y hasta espectadores en una sala de cine 3D. Un teaser estrenado antes del video introducía a todos estos "expertos" promoviendo la ira online o capitalizando a partir de ella. No hace falta conocer esta broma de antemano para suponer cuáles serían esas acusaciones (¡reflejo de violencia doméstica sin una condena directa!, ¡apología de las relaciones tóxicas!, ¡misoginia!, etc). Lo que Tangana y Peluso reflejan es la ansiedad actual del artista frente a la recepción que tendrá su obra, donde sin importar que tan pura sea la pasión con que se exprese y que tan comprometida sea la visión personal a la hora de plasmarla, las indignaciones gratuitas y exageradas escapan al control de los creadores. El performance libre y sin restricciones hoy en día enfrenta audiencias listas para sofocar sus significados tan pronto como la obra se vuelve objeto de consumo masivo. Sin embargo, la autocensura no puede ser la alternativa a seguir por los artistas y por eso este video representa una respuesta inteligente a este fenómeno. Cuando los cantantes bailan dentro de la iglesia lucen felices y despreocupados, pero el mundo real inevitablemente demandará disculpas y explicaciones por la mínima insolencia. En un tableau vivant estimulante y provocador, Peluso aparece desnuda (aunque censurada con blur) sosteniendo la cabeza decapitada de Tangana como trofeo. Esta Salomé posmoderna es rodeada de espectadores que graban y fotografían esta imagen de absoluta violencia, que algunos celebrarán como símbolo de empoderamiento femenino y otros como excesiva y de mal gusto. Dentro de la iglesia algunos curas parecen preocupados por la carga erótica de la danza, pero al mismo tiempo no pueden disimular su curiosidad. Como víctima de sus dobles filos, la controversia que sufrió finalmente el espléndido video musical vino por parte de la feligresía católica y sus representantes al calificar de inapropiada la grabación de Ateo dentro de un recinto sagrado. Si bien el deán que aprobó el permiso para que los cantantes grabaran afirmó que no consideraba que tal "lenguaje visual provocador" propio de nuestros tiempos afectaba realmente la fe, finalmente se vio obligado a renunciar a su cargo. Un daño colateral absurdo escurriéndose por el flanco no protegido por la propuesta. Probablemente los cantantes dieron por sentado que los ataques contra el video vendrían como respuesta de los ejércitos online mayormente liberales que promueven la "cultura de la cancelación" y no por parte de los censores conservadores de toda la vida, quienes al final del día terminan siendo más peligrosos (y exitosos) a la hora de conseguir resultados.
26- Rumors (Lizzo ft. Cardi B, Dir. Tanu Muino): Sirve como prueba de analfabetismo cultural que el referente primordial que un par de generaciones tienen cuando se habla de mitología griega sea la versión animada de Hércules (1997) producida por Disney. Por eso cuando se reporta que Lizzo ha sacado un nuevo video musical para su colaboración con la rapera Cardi B inspirado en la mitología griega, cabe suponer que el resultado no estará particularmente inspirado en Hesíodo o Robert Graves sino en el clásico animado culpable de distorsionar y suavizar el primer acercamiento que muchos niños y adolescentes tuvieron con los mitos fundacionales de la cultura occidental. Haciendo a un lado las quejas aguafiestas, Rumors es un vistoso trabajo colaborativo entre dos artistas que por diferentes razones han enfrentado escrutinio constante tanto por su apariencia física como por la manera en que han decidido dar libre expresión de su sexualidad. Al confirmar "todos los rumores son ciertos", ofrecen una declaración de intenciones y un despiste mediante el cual ambas mujeres reclaman el control de sus respectivas narrativas apropiando las ofensas en su contra como otra fuente de poder para su autoafirmación artística. La inspiración grecorromana (y Disneyana) rezuma en cada fotograma como si fuera la adaptación live-action de un spin-off centrado en las musas griegas que servían de narradorasa modo de coro gospel en la mencionada película. Las musas de Hércules son uno de los aspectos más queridos de este largometraje, al mismo tiempo que su presentación y apariencia fueron un raro caso de personajes negros (mujeres, ademas, con diferentes tallas, alturas y formas de cuerpo) figurando ampliamente en un tiempo donde esto no era precisamente predominante en el cine animado mainstream. Probablemente Lizzo fue una de las niñas que creció reconociéndose en este tipo de representación en pantalla y no es de extrañar que dos mujeres afroamericanas como ella y Cardi B se sientan a gusto al hacer uso de esta iconografía, añadiéndole un toque personal y sexy. Por supuesto, aún sin Lizzo, la sola presencia de la rapera siempre es indicio de que nos adentramos en terreno adulto no precisamente marca Disney (la memoria de WAP se mantiene fresca). Apoyado por un extravagante uso de efectos CGI, Lizzo actúa como una diosa y diva confiada que se pasea entre reliquias que cobran vida, a veces junto a bailarinas que la asisten en su coreografía sobre columnas que no sostienen ningún templo o descendiendo en solitario una escalera que apunta hacia el Olimpo a la vez que ostenta una larga cabellera trenzada. Cardi por su parte aparece sentada en un trono desplegando pergaminos y luciendo una pronunciada barriga de embarazo, sin que esto excluya su afinidad por las indumentarias que mejor resalten los atributos de su cuerpo. Cuando las cantantes comparten escena, hay electricidad literal y figurativa como consecuencia de su fabulosa colaboración. La elección no es meramente accidental o conveniente por sus oportunidades estilísticas: dar por cierto los rumores es una trampa tan atractiva como creer en mitos.
25- Permission to Dance (BTS, Dir. Yong-seok Choi, Woogie Kim): Calificar a BTS como la banda kpop más famosa podría ser factualmente verídico pero sigue sonando como una infravaloración. Tras años de colaboraciones con artistas occidentales (Nicki Minaj, Halsey, Coldplay), charts frecuentes en los topes de las listas musicales y participaciones en premiaciones en vivo, BTS es un poderoso exponente del pop hecho Corea del Sur tanto como podría considerarse simplemente de la música pop a secas. Ahora si tomamos como ejemplo canciones como Permission To Dance dentro de su repertorio, escrita por Ed Sheeran y otros compositores anglosajones, pues no es descabellado afirmar que BTS ya no es una curiosidad cultural foránea sino la boy-band característica de la década 2020s. Si hay algo que siempre podemos esperar de sus videos es su inocente sentido de pasarla bien, colores vivos e impecables coreografías que nos motivan a querer acompañarlos a bailar (si compartiéramos el atletismo y técnica que despliegan como si no implicara gran esfuerzo y disciplina, algo que ha distinguido a los grandes bailarines desde Gene Kelly hasta Michael Jackson). El videoclip de esta canción no se aleja demasiado de la fórmula esperada excepto por un detalle crucial; el "permiso para bailar" mencionado en la letra es la concesión que los cantantes hacen con personas corrientes (y esto nos incluiría a nosotros como audiencia) para invitarnos a bailar como ellos, junto a ellos, gracias a ellos en una fantasía utópica post-COVID. Los miembros de la banda cantan y bailan dentro y fuera de una lavandería en el medio del desierto (es más glamoroso de lo que suena), intercalado con imágenes de personas "corrientes" (niños en patios de recreo, la mesera de un restaurante, trabajadores de oficina, el conserje de un colegio, una cartero, etc) progresivamente dejándose contagiar por el ritmo de la música hasta que es inevitable no bailar. Una de los puntos altos de la dirección de arte es la lavandería en algún punto transformada en una pista disco con globos azules brillando en sus lavadoras, pero no hay momento en el video que no resulte cautivador según su propósito de confiar en la danza como cura contra cualquier animadversión. El clímax lo marca el desfile consecutivo de imágenes que muestran a los distintos participantes no asociados a la banda quitándose sus mascarillas. Puede que el pop no sea la vacuna útil que nos protegerá, pero le da aliento a la esperanza kitsch de un mundo donde podamos volver a bailar y compartir comunalmente sin preocupaciones.
24- La noche de anoche (Bad Bunny & Rosalía, Dir. Srillz) / La Fama (Rosalía ft. The Weeknd, Dir. Director X): Mientras seguimos esperando por el nuevo disco de la cantante española Rosalía tras impresionarnos con su debut El Mal Querer (2018), la artista que nunca oculta su afinidad con el flamenco y la cultura gitana como fuente de inspiración se ha mantenido relevante en los últimos tres años gracias a sus colaboraciones impredecibles con todo tipo de artistas (desde J Balvin hasta Billie Eilish). En una industria donde fácilmente te puedes convertir en un one hit wonder prescindible, la arriesgada estrategia de Rosalía es una excepción a la regla. Dos de sus colaboraciones en el 2021 fueron acompañados por seductores videos musicales que siguen manteniendo viva las ganas de saber que traerá Rosalía luego, en buena parte gracias a su maleable química con cualquier artista con el cual se asocia artísticamente. También porque estamos hablando de Bad Bunny y The Weeknd respectivamente; dos artistas masculinos surfeando plenamente la ola pico de sus fases imperiales. Si esto beneficia técnicamente a Rosalía en términos de éxito y difusión, los artistas a su vez consiguen en ella una contraparte femenina que los iguala en inteligencia, talento y ambición.
Convenientemente estrenado en el Día de los Enamorados, en La noche de anoche florece el lado más romántico de Bad Bunny (y del reggaeton en general) gracias a un dueto que celebra los placeres agridulces de una noche apasionada inolvidable que no necesariamente es confirmación de que habrá un futuro juntos como relación. Rosalía complementa el erotismo e intensidad de la letra acompañando a Bad Bunny en un escenario que parece extraído de un lienzo surrealista: una escalera sobrepuesta a un arco en el medio de un desierto amparado por un cielo idílico y con ellos- además de un solitario árbol desnudo- como los únicos rastros de vida que lo habitan. No hay amante que no pretenda secretamente ser la única persona en el mundo de la otra parte amada. Bad Bunny viste una bata de terciopelo verde y Rosalía un traje de tul amarillento que podría confundirse con un vestido de novia. Cuando entran en contacto el uno con el otro llamas de fuego arden en sus manos y amenazan con desplegarse por el resto de sus cuerpos, ante lo cual se mantienen indiferentes y exclusivamente concentrados en la pasión que comparten. No hay imagen del amor más hermosa y apropiada: dos enamorados que aman hasta que sus cuerpos ardan. El video culmina con este abrazo de comunión flamante dejando a discreción del espectador las presunciones sobre el futuro y la consabida imposibilidad de que por mucho que el amor nos consuma tendremos que afrontar luego la frustración de seguir enteros a la hora de separarse. Según lo sugerido por las dudas expresadas por la letra, también cabe la posibilidad de que solo una de las partes quedará vuelta cenizas.
Con La Fama en cambio la metáfora de la atracción es corrosiva y mortal a modo de advertencia. Digno de ser celebrado como uno de los videos musicales en que Rosalía luce más hermosa, como una auténtica estrella de cine, el concepto le ofrece la oportunidad de encarnar un alter-ego de femme fatale que le sienta a la perfección. Danny Trejo (mejor conocido por su rol protagónico en Machete) introduce a la cantante catalana como una vedette llamada La Fama presentándose en el escenario de un lujoso club, con comensales que delatan su estatus elitesco a juzgar por sus trajes elegantes y porque esnifan diamantes como si fuera cocaína. The Weeknd es un outsider comparado con el resto de la audiencia con sus gafas oscuras y sin nadie acompañándolo en su mesa, respondiendo a la bachata de la diva con un dejo de súplica amorosa. ¿Es el artista seducido por el éxito en un mundo donde no pertenece del todo? La Fama es aquí una tentación real y carnal que corresponde directamente sus deseos, una mujer peligrosa que no oculta en su canción su condición de mala amante (por traicionera y no porque sea insatisfactoria). El video se concentra en este juego metafórico de seducción entre artista y espectador, entre la mirada y su objeto del deseo, en la distancia que hay entre la aspiración y el precio que se paga cuando se acorta el trecho para finalmente alcanzarla. Los tonos azules gélidos de la iluminación pasan a convertirse en rojos letales cuando The Weeknd se anima a dejar de ser espectador para acompañar a La Fama en el escenario que le pertenece. Lo que él ha interpretado como correspondencia es un beso de la muerte con trágicas consecuencias. La simbología es predecible pero sus superficies bastan como deleite. Ver a Rosalía en pleno trance de sus gesticulaciones flamencas con un puñal goteando sangre es lo que cualquiera calificaría al salir de la presentación como razón de sobra para el pago de la entrada.
23- Treat People with Kindness (Harry Styles, Dir. Gabe Turner, Ben Turner): A riesgo de sonar radical, Harry Syles como popstar masculino es un oasis en el medio de tanta heterosexualidad predecible por parte de sus contemporáneos. Por supuesto que la sexualidad de un artista no debería ser relevante- o al menos lo primordial- para juzgar su obra y su imagen, pero vivimos en una era de democratización de la diversidad sexual donde este componente es tan celebrado como capitalizado y compartimentalizado hasta acentuar divisiones y alienar en un modo no muy distinto a lo que supuestamente se pretende revertir en relación a las "injusticias del pasado". Con esto quiero decir que ese pasado tenía artistas como David Bowie, Prince y tantos otros donde jugar con los roles de género era parte de un juego y misterio que no requería sobre-explicaciones. Y el arte y la cultura pop se enriquecía como resultado de ello. Ahora no es de extrañar que los popstars masculinos si son heterosexuales optan por no "confundir" a su público base o prefieren evitar acusaciones de oportunismo a la hora de declararse “aliados” (lo que ahora es llamado "queerbaiting"). A contracorriente, Styles es guiado por el espíritu glam que vuela por encima de tales debates y a menudo los trasciende. En ese umbral entre las afinidades con el pasado y su apertura hacia el futuro un video como Treat People with Kindness le hace honor a su título, un obsequio generoso que fue estrenado el primer día del 2021 (un gesto que habla por sí solo de lo confiado que es Styles como artista). El videoclip cuenta con la participación de la actriz y guionista Phoebe Waller-Bridge como su pareja de baile en lo que cómodamente podría ser insertado como un número musical espectacular dentro de una película del Hollywood clásico (si la ambigüedad y descaro innegablemente posmoderno de sus protagonistas no los delatara). Fotografiado en blanco y negro, el video toma como inspiracion una escena de baile de los hermanos Nicholas en Stormy Weather (1943) pero con elementos que remiten a las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers, y otras luminarias del genero, combinado con un revés de políticas sexuales que serían más adecuadas en una propuesta de Bob Fosse. Styles es un crooner sin miedo a la brillantina tal como lo demuestra la chaqueta que despertaría la envidia de Liberace, mientras que Walles-Bridge canaliza a Marlene Dietrich sin sacrificar la peculiaridad de su rostro expresivo. Juntos sobre un escenario, en el cual tardan en reunirse finalmente (llámalo gratificación retrasada), negocian e intercambian los roles que suelen ser asignados cuando un hombre y una mujer bailan. Harry Styles es el modelo utópico de la estrella masculina pop del 2021 que hace diez años habríamos profetizado como la norma y no una excepción. Corresponde agradecer lo que se tiene; a años luz de su pasado boy-band, la maleable ambigüedad de Styles lo convierten en una criatura deseable para todos los apetitos.
22- Lost Cause (Billie Eilish, Dir. Billie Eilish) / Mood Ring (Lorde, Dir. Lorde, Joel Kefali): Rubio son malas noticias para los esnobistas que ven el pop como placer culpable. Tarde o temprano, las estrellas pop femeninas sienten la urgencia de rebelarse contra todo aquello que el público se ha acostumbrado a esperar de ellas y quebrantar la imagen que las ha encasillado. Las princesas Disney revelan que tienen apetitos sexuales como cualquier otra mujer (Miley Cyrus en la era Bangerz), las divas extravagantes cuelgan temporalmente las garras para ponerse un sombrero cowboy o cantar jazz (Gaga con Joanne y Cheek To Cheek), las ingenuas del country se reintroducen como víboras malévolas (Taylor Swift entre 1989 y Reputation) y así sucesivamente. Estos actos de autoinmolación regenerativa son catárticos para el artista aunque dividan críticos y audiencia, pero son parte del juego de supervivencia en el pop donde la revelación de un "ser auténtico" es solo una forma de mudar piel y cambiar máscaras hasta la próxima reinvención (un truco que ha definido la carrera de Madonna). En el 2021 las niñas prodigios del pop, que alcanzaron fama y prestigio antes de cumplir la mayoría de edad, contradijeron su prototipo de chicas raras. Y si hasta entonces habían evitado a toda costa convertirse en "objetos de la mirada" que buscan esa clase de atención, por lo general diseñada para complacer y ser víctima del escrutinio masculino, finalmente tiñen sus cabellos y se rinden para participar en el competitivo mercado de divas rubias. Cuando esto ocurre no falta quien se sienta traicionado, pero ninguna popstar está obligada a ser fiel a las pretensiones ajenas. Y si son deseadas como carne y condenadas en su "frivolidad" de prestarse para ello por el simple hecho de existir (contradicciones y prejuicios que todavía se mantienen a la hora de juzgar a las mujeres famosas), la lectura es equivocada. Por supuesto, el crítico y espectador que mira con agudeza y no se deja contaminar por tales argumentos reduccionistas notará las capas de ironía que hay detrás de estas conversiones y la forma lúdica en que son usadas visualmente para reintroducir a las artistas como seres humanos complejos que no deben ser reducidos a un único estilo, tipo, género o característica. Tanto Eilish como Lorde ponen en escena estas dicotomías con videos dirigidos por ellas mismas, lo cual disipa cualquier duda de que alguien más controla o se beneficia de estos nuevos desvíos estéticos en sus carreras. Dos ejemplos de videoclip autor por parte de dos artistas jóvenes que aún tienen mucho por demostrar y decir, en lo que seguramente será la primera de muchas metamorfosis pendientes.
En Lost Cause se celebra una pijamada despreocupada entre Billie y sus amigas dentro de un lujoso apartamento. En su nuevo estatus de popstar rubia, Eilish presenta una faceta sexy que hasta entonces permanecía inexplorada en sus videoclips, lo cual fue prudente teniendo en cuenta que apenas cumplió la mayoría de edad en el 2019 (y ni hablar de como el puritanismo americano se inflama con esos temas). No obstante, es refrescante la sencillez con que Billie parece a gusto con su propio cuerpo, juega y coquetea con sus amigas, baila twerk, devora comida chatarra y disfruta plenamente de una juventud que ya no requiere supervisión ni aprobación adulta. Comparada con otras llamadas “slumber party” similares en la historia del videoclip (Fiona Apple en Criminal, Miley Cyrus en We Can’t Stop, Beyoncé en 7/11, Dua Lipa en New Rules) la de Eilish no despertará a los vecinos. Esto no evitó que se generara unas pocas controversias concernientes a dudas sobre si el video era un coming out o acusarla de queerbaiting, y ante las cuales la cantante se limitó a responder que “ella ama a las chicas”. Para una canción sobre alguien que se da cuenta de que ha estado enamorada de un ser patético al que debe dejar atrás, la “causa perdida” de Eilish se traduce visualmente en una celebración donde no hay lugar para dejarse intimidar por lo que otros esperan de ella basados en lo poco que ha dejado conocer.
Si Lost Cause es llamativo por su sensación comunal de mujeres disfrutando entre ellas al margen de cualquier ojo voyeur, con Mood Ring la fraternidad de Lorde con sus acolitas adquiere un cariz siniestro y deliberadamente engañoso. Un acto de malabarismo entre la sátira y la aprobación, no queda del todo claro si ella se está burlando de la cultura del bienestar como lujo de los más privilegiados o se adscribe ella cuando se toma en cuenta el concepto completo del disco Solar Power. Lorde incluso ha prescindido de vender su nuevo material en formato físico de CD como una forma de activismo ambientalista por parte de la cantante neozelandesa. En el videoclip, luciendo una larga cabellera rubia, la cantante lidera un culto de mujeres preocupadas por la salud física y espiritual en armonía con la naturaleza que manipulan cristales, queman inciensos, meditan, leen libros de autoayuda y forman mándalas con sus cuerpos. O lo que vendría siendo un posible retrato de Gwyneth Paltrow en su cotidianidad. A pesar de ello, hay un dejo de anhedonia en estas imágenes donde caben las reconsideraciones. Si Lorde es participante y al mismo tiempo autocrítica respecto a este tipo de práctica y actitudes, tal ambivalencia acrecienta la fascinación de ser reintroducidos a la estrella pop- antes caracterizada como símbolo de depresión y ansiedad adolescente- bajo una nueva luz. Queda pendiente saber si Solar Power es una era de transición o el punto de partida de su “ser iluminado” en lo sucesivo, algo que confirmaría el temor de algunos fans preocupados que seguirán sosteniendo que lo mejor de la artista ha quedado atrás.
21- Dancing With The Devil (Demi Lovato, Dir. Demi Lovato & Michael D. Ratner): Uno de los grandes cambios paradigmáticos en la historia del videoclip es la manera en que el formato ha incrementado su valor artístico gracias al carácter personal que le imprimen los cantantes. Que hayan elementos biográficos en un videoclip no es la única razón por la que el concepto de videoclip de autor es válido, pero si una de las fundamentales para mantener la discusión crítica vigente. A la hora de recrear un momento doloroso a través de un video musical, un cantante no necesariamente tiene que hacer una representación cruda e insoportable de ver, sino hallar ese equilibrio milagroso donde realidad y artificio establece un diálogo que pone orden a lo azaroso que muchas veces suele ser los peores momentos de nuestra vida. Dancing With The Devil es uno de los videoclips más personales jamás hechos, al hacer una recreación detallada de la sobredosis que sufrió Demi Lovato en el 2018 junto a una experiencia de agresión sexual simultánea a ese evento. Lovato a duras penas vivió para contarlo y tras una larga recuperación su comeback del 2021 es mucho más que la continuidad del ciclo natural de promoción de un artista musical. Es un valiente acto de sanación donde el arte es usado como una herramienta terapéutica para exorcizar los demonios que casi le cuestan la vida a Lovato durante su hora de mayor oscuridad.
Mención Especial: Star-Crossed (Kacey Musgraves, Dir. Bardia Zeinali) / If I Can't Have Love, I Want Power (Halsey, Dir. Colin Tilley): El disco visual como tendencia creciente en la industria musical le brinda a los artistas musicales la oportunidad de reconfigurar su obra musical con una propuesta fílmica que valga por sí misma. No cabe duda de que Beyoncé se ha convertido en el ejemplo a seguir, ya con tres discos visuales en su haber, marcando además la pauta de que estos estrenos merecen ser contenido de acceso limitados y marcando distancia con los videos musicales tradicionales subidos a YouTube. Otros artistas están siguiendo ese mismo camino en asociaciones exclusivas con plataformas de streaming, donde este contenido exclusivo se convierte en un gancho para atraer suscriptores y seguidamente legitimar la idea de que el artista está ofreciendo algo especial.
En el caso de Kacey Musgraves lanzando su disco Star-Crossed, la cantante country es consciente de que las expectativas por escuchar su nuevo trabajo luego de triunfar en los Grammys son más altas que en cualquier otra época de su carrera. No hubo mejor forma de alzar la barra y suscitar interés que estrenar un film de ficción elaborado en torno a las canciones del disco como contenido exclusivo para Paramount Plus (un servicio de streaming que apenas fue lanzado a principios del 2021). Quizá no cuente como razón suficiente para justificar una suscripción a un nuevo servicio de streaming, pero Star-Crossed es un paso adelante para Musgraves sobre todo porque responde a la tradición del “disco de divorcio” (la cantante se separó de su esposo en el 2020). Vale decir que el recorrido es una montaña rusa de emociones realzada en términos visuales por la dirección de Zeinali y la cinematografía de Mathew Libatique. Una reflexión sobre el proceso de hacer memoria y cuenta de lo vivido tras haber terminado una relación, expresado a través de metáforas y un imaginario surrealista que no denuncia la literalidad del dolor original que encumbra el proyecto.
Halsey con If I Can't Have Love, I Want Power (una película de acompañamiento para el disco homónimo producido junto a Trent Reznor y Atticus Ross, en lo que podría considerarse el mejor álbum de su carrera) también ha ofrecido un material visualmente exquisito que fue estrenado limitadamente en cines en formato IMAX y posteriormente lanzado como contenido exclusivo de HBO Max. Se trata de otra elección de disco correcto para crear un proyecto cinematográfico de esta naturaleza en el cual Halsey medita sobre su relación con la maternidad. Ser madre es una situación que ha inspirado a otras cantantes antes de ella, y que seguirá haciéndolo después, porque no deja de ser una condición que se presta para exploraciones artísticas inagotables. El film dirigido por Colin Tilley es una pieza de época ambientada en un entorno medieval aunque con aspectos fantásticos que recuerda a Game of Thrones (su dirección de arte es impecable). Halsey encarna aquí a una reina viuda rodeada de enemigos a la espera de su caída, pero que también tiene el potencial para volverse una bruja poderosa mientras espera dar a luz al heredero del reino. Filmado durante su actual embarazo, Halsey refleja este proceso con absoluta honestidad como algo difícil y a veces cercano al horror. Creación y destrucción, nacimiento y muerte, son conceptos en apariencia opuestos pero que en realidad pueden llegar a ser caras intercambiables según cada nuevo giro del destino.
20- Love Again (Dua Lipa, Dir. Lope Serrano): A veces un artista se resiste a dejar morir su era musical más exitosa a riesgo de volverse fastidioso para el público, pero en el caso de Dua Lipa y su Future Nostalgia es comprensible ya que su cima creativa ha ocurrido durante un tiempo en que no ha podido ser disfrutada plenamente como lo merece. De momento fue excusable otro año más de promoción para su mejor disco hasta la fecha, especialmente si esto viene acompañado de videos musicales que no olvidan los requisitos de un videoclip pop esencial. Con Love Again la cantante se apoya en la iconografía country de toros mecánicos, payasos de rodeo, lazos corredizos y coreografías de cuadrillas. Todos estos elementos ya han sido apropiados en otros videos musicales pop del pasado, pero en esta oportunidad hay una vena surrealista amparada por montaduras flotantes, corceles invisibles y un huevo gigante que no puede ser domado en combinación con los ingredientes familiares. Por su parte la imagen de los payasos alimentan un cierto imaginario en lenguaje de internet a la hora de memificar, aunque su presencia aquí parece ser tomada en serio como símbolo críptico. Este es también el primer video de Lipa que despertó comparaciones directas con Madonna (por su reminiscencia a Don’t Tell Me), pero este tipo de discusiones parecen provenir por parte de personas que jamás vieron una publicidad de Marlboro. De cualquier manera siempre es indicativo de que una popstar va por buen camino cuando le corresponde sufrir comparaciones insidiosas con la reina.
19- Woman (Doja Cat, Dir. Child): Después del éxito de la nueva adaptación fílmica de Dune (Denis Villeneuve) en el 2021, podemos anticipar que su influencia se extenderá en la creación de videoclips que la tomarán como modelo de inspiración para poner en escena hipnóticas fantasías desérticas. Doja Cat ha sido la primera en reclamar turno para ello en unos pocos meses, aunque Woman también toma como inspiración directa Remember The Time (1992); el emblemático video de Michael Jackson ambientado en el Antigüo Egipto. Como parte de la promoción de su disco Planet Her, el videoclip es el más reciente y de los mejores logrados por Doja Cat concebidos según una estética afro-futurista. Contando con la participación de la bailarina y cantante Teyana Taylor y la modelo Guetcha, el video cuenta la historia de una reina (Taylor) que invoca una diosa (Doja) para que la ayude a derrotar sus adversarios. El video acompaña a la canción en su celebración de aspectos de la feminidad como divinos, donde la danza de Doja junto a otras bailarinas ganan la guerra antes de que sea siquiera librada. El aspecto coreográfico del videoclip es una de sus principales virtudes, como es regla general en las propuestas visuales de la cantante y rapera. Progresivamente Doja Cat se ha ido revelando como una de las popstars recientes más interesantes, con el potencial necesario para abrirse un camino propio y perdurar. Como dato curioso Woman también fue lanzado como video interactivo en asociación con Girl Who Code presentándose como el primer videoclip interactivo programable por código, lo cual le permite a cualquiera manipular su variedad de efectos visuales para crear su propia versión descargable. Doja Cat es una estrella absolutamente digital con su mirada puesta en la conquista del futuro. Si su mensaje de fraternización entre mujeres no quedara claro, habría aquí una rival a temer para cualquier otra estrella pop femenina de su generación.
18- Tenemos que hablar (Lasso, Dir. Charlie Nelson y Nuno Gomes): Tras varios años consecutivos de excepcional trabajo en materia de videos musicales, es seguro afirmar que el cantante pop rock venezolano Lasso representa un caso atípico de artista latinoamericano no asociado al reggaeton, u otros géneros de música urbana, interesado en el formato como vehículo de expresión artística. En ese sentido debería ser un ejemplo a seguir para crear contrapeso en el resto de la música comercial del continente para evitar que un solo tipo de música (y de artista) siga dominando el discurso y estética audiovisual del videoclip latinoamericano. El despecho y el desamor son temas recurrentes en las canciones de Lasso y en sus videos, muchas veces en colaboración con otros artistas, estos padeceres son expresados en metáforas visuales que comunican la dificultad de las relaciones amorosas y los procesos asociados a su ruptura. Tenemos que hablar remite desde su título a esa frase que cuando es promulgada por una de las partes de una relación solo puede significar el principio del fin, es decir una capitulación para rendirse o exigir renuncias. En ese sentido la elección narrativa del video es ingeniosamente apropiada: un prisionero de guerra (Lasso) siendo capturado por una soldado del bando contrario, en una playa que está siendo bombardeada. La soldado arrastra al cantante buscando el momento y el lugar oportuno en que deba fusilarlo, arrepintiéndose en varias oportunidades cuando está a punto de disparar. Fotografiado en blanco y negro, el video es presentado estéticamente como si se tratara de un viejo film deteriorado; una capa de metáfora extra sobre la idea de desgaste al final de una relación. La transición final es impactante apoyando la idea de que escuchar cuando alguien amado diga “tenemos que hablar” duele más que un tiro.
17- We’re Good (Dua Lipa, Dir. Vannia Heymann & Gal Muggia): Fue un error de cálculo por parte de Lipa sacar una reedición de su sobresaliente disco pop bailable Future Nostalgia con canciones extra cuando aún quedaban otras dignas de ser single (y de contar con el respectivo acompañamiento de un video musical, algo que corregiría luego con el lanzamiento de Love Again). No es de extrañar que el lanzamiento como single de uno de estos nuevos temas apenas produjo impacto alguno en las listas musicales, pero el paso en falso al menos dejó una gracia salvadora en su video musical romántico sobre una langosta tratando de sobrevivir el ser cocinada en el Titanic previo a su hundimiento. Lo que el molusco desconoce y nosotros como audiencia sí sabemos es que la historia podría estar a favor suyo en este caso. En el video Dua Lipa asume un rol tangencial como cantante del crucero entreteniendo a los pasajeros, pero el video es contado desde la perspectiva de la langosta que ve como sus acompañantes son retirados del tanque y llevados a la cocina. El terror y la desesperación del animal al ver los resultados servidos y devorados crean un efecto emocional en el cual es inevitable no preocuparse por su destino. ¿Efecto Kulechov o las langostas son así de expresivas? En cualquier caso no querrás comer ninguna después de verlo. No hace falta decir que el video toma inspiración directa del mítico film de James Cameron, especialmente en las escenas del hundimiento. Por su parte, fiel a la leyenda sobre los músicos a bordo, Lipa sigue cantando hasta el último momento.
16- Shivers (Ed Sheeran, Dir. Dave Meyers): ¿Recuerdan lo que dije sobre Harry Styles siendo el único cantante heterosexual no aburrido dispuesto a dejar aflorar su lado más glam? Pues la generalización no es del todo cierta en el 2021 considerando que Ed Sheeran tomó nota de su compatriota británico y finalmente ha decidido mostrar su lado más “loco” a nivel estético tras tantos años de ser justamente el clásico ejemplo de popstar que hoy en día triunfa a costa del mínimo esfuerzo. Por supuesto, no esperen nada controversial de su parte (al menos no todavía) pero 2021 fue el primer año en la carrera de Sheeran donde sus videos musicales (y su apariencia física) ya no se sintieron predecibles y aburridos. Como una vuelta de tuerca a su fórmula usual de contar historias de amor entre él y alguna actriz o modelo participando en sus videos (en este caso AnnaSophia Robb), Shivers gira en torno a esos escalofríos y sensaciones incontrolables que nos produce alguien que nos gusta cuando apenas la estamos conociendo. En el primer encuentro a Sheeran se le eriza el cabello pelirrojo hasta límites extremos que establecen el mood deliciosamente ridículo y artificioso que tendrá la propuesta. Lo atractivo aquí es que en lugar de tomar una ruta literal hay suficientes efectos digitales y fantasías delirantes para transformar esta comedia romántica en un festín de excesos visuales. Si bien Sheeran se hospeda en un hotel de solteros llamado Bro-tel (los grillos suenan con fuerza tras este chiste), cuando el cantante debe proteger a su nueva novia de un asalto callejero pues resulta que no hay damisela en apuros sino una luchadora que no necesita de él como caballero andante (aún cuando se ponga armadura para la ocasión). Parece que al cantante no le ha quedado de otra que rendirse a jugar el cosplay de las nuevas masculinidades. Por su parte, Sheeran canaliza a Elton John usando unos cuantos vestuarios extravagantes que le rinden homenaje directo. A pesar de ello la imagen más honesta del video es la última, cuando parece incomodado de lucir como alguien que perdió su audición para protagonizar Rocketman y con ganas de volver cuanto antes a sus viejos hábitos porque los “malos” no se ajustan a su personalidad.
15- Good 4 U / Brutal (Olivia Rodrigo, Dir. Petra Collins): Bienvenidos la experiencia Olivia Rodrigo donde todos regresamos a la adolescencia (en la mayoría de los casos una que no tuvimos) para sentir que cada ruptura amorosa es el fin del mundo, con ganas de contradecir que ser tan joven y fresco no es tan afortunado como los adultos afirman y dispuestos a llevar hasta el paroxismo de la histeria cualquier momento vivido dentro y fuera de los salones de clase. No hubo en el 2021 otro debut tan exitoso y distintivo como el de Olivia Rodrigo con Sour, y cada video musical suyo estrenado a lo largo del año fue la clase de evento imperdible para la cultura pop cuando una nueva princesa del género es introducida. A primera vista, Rodrigo es una mezcla de Britney en Baby One More Time y Taylor Swift pre-conversión pop, pero hay un matiz de ira solapada y silenciosa desesperación próxima a explotar que anteriores “ingenuas” del pop nunca dejaron asomar como carta de presentación. En ese sentido su angustia adolescente es más afín a la de Eilish y Lorde en sus debuts, pero sin la pretensión de ser la chica cool y rara que no cometerá los errores del resto de las personas de su misma edad. Olivia Rodrigo es la compañera de clase que cometerá esos errores y cantará sobre ellos desvergonzadamente, al mismo tiempo que no descuida su look inmaculado de reina del prom. Entretanto, un buen debut necesita videos musicales que cumplan la función de presentar a la estrella naciente sin sobreexplicarla, dejando suficiente espacio para el misterio y vías abiertas para su consecuente evolución. En asociación con la directora canadiense Petra Collins, los videos para los singles Good 4 U y Brutal nos dan una idea aproximada de porque estamos ante un talento que ha llegado para quedarse.
Driver License fue una canción instantáneamente exitosa que propulso la carrera de la cantante directo a la estratósfera, aunque el video no es particularmente memorable. Deja Vu fue un paso adelante en términos visuales, pero seguía sin mostrar que había de peculiar en ella comparada con otras cantantes. A la tercera fue la vencida con Good 4 U como ese video de estrella pop que establece los primeros elementos intrínsecos y memorables de una iconografía en proceso de construcción. Las inspiraciones cinematográficas son variadas desde The Princess Diaries hasta Jennifer’s Body (ambas centradas en adolescentes aunque radicalmente distintas), pero también remitiendo al clásico de culto Audition (una película de horror que no sería la primera opción visual que supondríamos en el canon de una artista adolescente). Sin embargo, es inevitable no pensar en el video como el espejo siniestro de Baby One More Time, donde Rodrigo enseguida asume que no será una lolita del pop sino más bien una porrista despechada con cierto dejo siniestro de ángel exterminador. Ella es “muy emocional” hasta el punto de incendiar la habitación de su ex después de inundarla. Con traje de porrista, guantes de látex negro llevando a la registradora una bolsa de papitas y un bidón de gasolina, sonriendo con discreta picardía, cuentan como carta de presentación para ser diseccionada en años venideros dependiendo de como evolucione su carrera. Este es el punto de partida para su iconografía.
Si Good 4 U funda y delinea los códigos estéticos de Olivia Rodrigo como popstar, con Brutal somos expuestos al contexto que la ha engendrado. Una artista post-millenial criada por la transición del final de un siglo y el inicio del siguiente, Rodrigo es una hija del internet y el reality tv recordándole a los adultos que todavía no ha habido época que produzca su buena cuota de adolescentes ansiosos creyendo que su vida es la peor. La única diferencia es que cada vez se vuelven más limpios y coloridos, como un emoji adorable detrás del cual se oculta el dolor de no ser comprendido. Brutal es también el primer video musical que le permite a Rodrigo comentar sobre sus primeras impresiones en su reciente relación con la fama y el estrellato, distinguiendo que la persona que se verá obligada a promover productos y modelar como si fuera perfecta todavía tiene un círculo de amigos reducidos. La imagen recurrente de las bailarinas a lo largo del video es enigmática, dando a entender que Olivia no cumplirá las demandas perfeccionistas asociadas a su carrera y que fallará si intenta hacerlo de un modo distinto que no sea el suyo. Las bailarinas terminas danzando sobre los techos de automóviles durante un embotellamiento, y aunque Rodrigo se encuentre entre ellas no replica ni la vestimenta ni la coreografía del resto. Su estatismo aquí es un desafío y un buen signo: ella no está aquí para complacerte, una lección que a otras estrellas pop les toma al menos tres eras musicales antes de poder declararlo abiertamente.
14- Player of Games (Grimes, Dir. Anton Tammi): Un testamento de que la obra de Grimes no es para audiencias generales y que su integridad artística es sólida contra cualquier tentación de “venderse”, radica en el hecho de tras darle un hijo y haber sido la acompañante por tres años del controversial Elon Musk- uno los hombres más ricos del mundo- la artista canadiense sigue siendo mayormente desconocida fuera del nicho indie. Sin comprometer un ápice de su brand de extravagancia, la Grimes del 2012 encumbrada por Pitchfork no es muy distinta a la Grimes del 2021 que lanza un video como Player of Games. Lo único que ha cambiado es que su otrora público limitado pero fiel aún se siente dividido en su percepción sobre la artista respecto a su relación con Musk, aún cuando Grimes nunca la aprovechó en modo alguno para masificarse. Pero así obra el esnobismo hipster, tarde o temprano le dan la espalda a quienes alguna vez consideraron sus ídolos. Escrito por Grimes y bajo su dirección creativa, en Player of Games cobra vida una fantasía digna de un videojuego de rol a modo de épica medieval (el título no es gratuito). Grimes es una príncesa guerrera que enfrenta distintas clases de batallas contra un imponente caballero oscuro, ya sea jugando ajedrez, mediante un duelo de sables de luz y hasta jugando videojuegos. A iguales partes Lord of the Rings y Star Wars, Player of Games ofrece un espectáculo visual distinguido por una imaginación nutrida, ahora apoyada por una escala de producción y un presupuesto a su altura. Pero ¿son realmente juegos que no comprometen la vida de esta heroína? Grimes mira con embelesamiento a su oponente, por lo cual no cuesta adivinar quién tiene todas las de perder en el transcurso de estas partidas. Difícil no sentirse tentado a hallar correspondencias biográficas en este cuento de hadas admonitorio sobre una mujer libre progresivamente subyugada por el encanto de un hombre tan poderoso como letal.
13- Save Your Tears (The Weeknd, Dir. Cliqua): A lo largo de la promoción de su disco After Hours- la era musical más ubicua y exitosa en la carrera de Abel Tesfaye- cada nuevo video incrementaba la curiosidad por lo que le sucedería al sujeto del traje de rojo, ese alter-ego no nombrado que asumiría el cantante tanto en sus videos musicales como en sus presentaciones en vivo (Super Bowl incluido). Desde moretones hasta decapitaciones, el gag frecuente era que su rostro (o su cabeza) no quedaría impune. Save Your Tears pone punto final a la broma con el perfecto punchline: un rostro estirado, hinchado y deformado por exceso de cirugías plásticas (un impresionante trabajo de maquillaje con prótesis). En esta oportunidad The Weeknd le añade diamantes a la característica chaqueta roja del personaje, presentándose como el cantante de un club que distrae a una audiencia hierática e indiferente donde todos están enmascarados (incluyendo la banda que lo acompaña). Siendo este su primer video posterior a la controversia de haber sido ignorado por las nominaciones de los Grammys, cuando todo el mundo daba por sentado su presencia en las categorías principales, críticos y fans esperaban hallar una respuesta audiovisual al desplante. Se podría argumentar que hay algo de eso en el aspecto satírico del video en el cual el cantante se presenta como una celebridad plastificada buscando ganarse simpatías y aclamaciones con el público equivocado. En cualquier caso, la crítica inherente es mucho más amplia a si los Grammys le hicieron un desaire por no ser lo suficientemente “falso”. En el video The Weeknd riega champagne entre los asistentes (la toma al principio luce como si orinara sobre ellos) y luego saca una pistola para intimidar antes de ponerla en su sien y dispararse a sí mismo, en lo que resulta ser un macabro truco: lo que el arma dispara es papelillo. La propuesta cínica reflexiona sobre el estatus de las estrellas pop en general. Ninguna provocación en nombre del arte puede trascender su condición de artificio. Ahora más que nunca el artista posmoderno debe aceptarse incapaz de ser revolucionario y transgresor por mucho que lo intente. Solo le queda conformarse con la rotación de simulacros hasta que algún susto barato consiga sorprender a unos cuantos. La expresión “guárdate tus lágrimas” no es un mandato sino un suspiro de resignación.
12- Streets (Doja Cat, Dir. Christian Breslauer): El 2021 fue un año ocupado para Doja Cat, sobre todo después del lanzamiento de su tercer disco Planet Her, el trabajo que demostraría su madurez estilística y musical. Sin embargo, su video musical más memorable del año fue el que lanzó como culminación de su anterior era musical (Hot Pink) y como oportuna respuesta al fenómeno de que el remix de una de sus canciones estaba siendo usada masivamente en TikTok para un reto viral. El #SilhouetteChallenge consistía en que alguien se acomodaba en un umbral para hacer una pose sexy mientras sonaban los primeros segundos de Put Your Head On My Shoulder (una canción de 1959 compuesta e interpretada por Paul Anka) hasta que sucedía una transición abrupta con un beat moderno y el protagonista del reto aparecía completamente desnudo pero solo mostrando su silueta. La canción moderna era Streets de Doja Cat y la rapera replica en los primeros minutos del video el famoso reto de TikTok con la diferencia de que ningún otro usuario podría hacerlo con un presupuesto como el suyo: un maniquí viviente (Doja, obvio) exhibe un elegante traje en la vitrina y luego aparece su silueta desnuda danzando ante la mirada calenturienta de un chófer atrapado por el tráfico. Una de las tendencias más curiosas del 2021 fue la manera en que TikTok podía convertir en éxitos canciones que en principio los cantantes no contemplaban como potenciales singles hasta que su viralidad en la plataforma demostraba lo contrario. Una señal de que están cambiando radicalmente las maneras en que consumimos música y estamos obligados a re-definir las métricas de popularidad que dictan si una canción es un hit o no, siendo Streets uno de los casos más notorios. Por fortuna, Doja no se limita exclusivamente a glorificar un tonto reto de TikTok sino a ofrecernos un voluptuoso video de diva pop en estado de gracia. En los videos musicales de la cantante la seducción suele ser un juego de poder y dominación donde ningún hombre sale ileso. La danza seductora del intro es revelada como la estrategia de una sirena devora hombres, o para ser más específicos un híbrido de mujer-araña donde quizá Doja pretende hacer audición de villana para el multiverso arácnido. Si tan solo Marvel supiera lo que significa la palabra “sexo”.
11- Thot Shit (Megan Thee Stallion, Dir. Aube Perrie): Entre los críticos conservadores que reaccionaron exageradamente al lanzamiento de la canción y video WAP (a cargo de Cardi B y Megan Thee Stallion), hubo un senador del partido republicano que condenó la propuesta de las raperas argumentando que aquello era el resultado de “criar niños sin educarlos sobre Dios y sin una figura paternal fuerte”. El videoclip Thot Shit es la respuesta directa, o mejor dicho la cachetada a base de nalgas, que Megan Thee Stallion le hace a ese tipo de críticas por parte de políticos hipócritas que se valen de su supuesta adscripción a la fe cristiana para juzgar y censurar con argumentos que en el fondo encubren una profunda misoginia. El diagnóstico de Megan es que a puertas cerradas estos hombres que insultan públicamente, disfrutan secretamente de los contenidos que pretenden censurar (y por disfrutar incluye bajarse los pantalones y ya supondrás el resto). Pero además la mayor pesadilla de estos sujetos es la de un mundo donde pululen mujeres que disfrutan abiertamente de su sexualidad. El senador caricaturizado por el video comenta insultos en uno de los videos de Megan y es sometido luego a una serie de encontronazos con terroristas del twerk que no le dejarán tener un día en paz. Adonde quiera que vaya los traseros se menean agresivamente a su alrededor como amenaza de castración. El “money shot” final es una de las imágenes más icónicas de cualquier videoclip en el 2021, pero es mejor no describirlo y dejar que cada espectador lo descubra por sí mismo. Más político y desafiante que WAP, pero sin descuidar el humor, Thot Shit es una pieza de activismo feminista radicalizado sintetizado en imágenes iracundas de horror o empoderamiento según quien mire.
10- Don’t Go Yet (Camila Cabello, Dir. Phillippa Price & Pilar Zeta): 2021 fue un año que será considerado un referente importante para la representación de latinos en el cine y la televisión, particularmente en Hollywood gracias al estreno de películas como In The Heights (con el promisorio lanzamiento de actores latinos con potencial de convertirse en estrellas), Vivo o Encanto, la omnipresencia de Lin-Manuel Miranda como compositor e incluso debutando como director (Tick Tick Boom), la popularidad de series latinas estrenadas en Netflix resonando en mercados internacionales (Luis Miguel, Selena, ¿Quién mató a Sara?) y por la transparencia en que dentro de grandes y pequeñas películas de la industria se hizo usual escuchar diálogos en español o ver actores latinos en roles preponderantes. A eso hay que añadirle que la infiltración de artistas del reggaeton y otros géneros urbanos es más notoria a nivel internacional comparada con décadas anteriores. En la cresta de esta ola de latinidad, el estrellato de Camila Cabello se beneficia de que sea una de las caras más reconocibles del pop hoy en día y al mismo tiempo una de las artistas latinas más exitosas dentro de Estados Unidos (en el 2021 también fue la protagonista de una nueva versión cinematográfica de Cinderella para Amazon). Si bien la cantante nacida en Cuba pero criada como americana nunca ha ocultado sus raíces (su hit Havana da fe de ello), con Don’t Go Yet la exploración y celebración de su identidad latinoamericana es central. A nivel conceptual el video es una sencilla representación de una fiesta familiar donde una cena se transforma en una invitación comunal a bailar entre seres queridos (varios miembros de la familia de Cabello son parte del video junto a celebridades tales como la drag queen Valentina). Pero estéticamente Don’t Go Yet es uno de los videos más hermosos del año con una paleta colorida en su dirección de arte que recuerda inmediatamente a las películas de Almodóvar y los lienzos de Frida Kahlo. Un postre barroco que captura la esencia comunal bulliciosa y efervescente de estar en familia que suele distinguir la representación de latinos en cualquier pantalla donde se les mire.
9- Chemtrails Over The Country Club (Lana Del Rey, Dir. BRTHR): En este punto ya casi podemos adivinar con los ojos cerrados lo que encontraremos en un video de Lana Del Rey: la estética pulida por filtros semejante a un feed curado de instagram, la melancolía sombría tras máscaras de controlada inexpresividad, la ambigua nostalgia conservadora por una América pre-1970s influenciada por la iconografía de la era dorada de Hollywood y los primeros años del rock and roll, y los romances emponzoñados generalmente con hombres que superan a la cantante en edad. Sus videos son como las películas anacrónicas de Anna Biller, pero sin el perverso subtexto que deconstruye la relación corrosiva del patriarcado ante lo femenino. La fascinación que despierta Lana Del Rey con estas atractivas postales visuales siguen conservando su fuerza y en ocasiones resultan repelentes. Entretanto algunos todavía mantienen la vieja cuestión de qué tan auténtica es ella (esa pregunta que siempre pone en duda a las artistas femeninas y que rara vez afecta a los hombres dedicados a la música). Tras años de ver variaciones de lo mismo los mejores momentos en la videografía de Lana Del Rey ocurren cuando va en contra de las expectativas (¡está sonriendo en Love!, ¡Es una Godzilla en Doin’ Time!). Chemtrails Over The Country Club es un excelente añadido en la admirable videografía de Lana Del Rey introduciendo buena parte de los tropos y fijaciones estéticas propios de un video clásico suyo hasta que toma un giro perturbador (¿se ha puesto al día con Biller finalmente?). El video comienza como otro throwback a una era inocente donde Lana Del Rey conduce un Mercedes Benz rojo y se reúne con sus amigas, sin mostrarse preocupadas por los aviones que bombardean químicos sobre los campos. La paranoia nuclear no ha llegado hasta ellas en un ambiente seguro y perfecto donde el mayor evento es atrapar un pez dentro de una bolsa de agua. El único recordatorio respecto al tiempo que vivimos es la mascarilla con malla de diamantina con la que Lana cubre su boca en algunas escenas, pero esta pieza fashionista sería impráctica en nuestra actual realidad pandémica. Un video estándar de Lana Del Rey, hasta cierto punto aburrido, hasta que progresivamente las imágenes van revelando la oscuridad que habían estado ocultando sus personajes. Tornados, aquelarres, actos de bestialismo bajo noches de luna llena, metamorfosis monstruosas y actos de violencia sugeridos por la sangre que limpiará una ducha necesaria antes de darle fin a la jornada, suceden consecutivamente como si se tratara de un episodio de American Horror Story (o uno de sus intros que suelen ser más terroríficos que la serie en sí). En resumen; el video de Lana Del Rey que no esperabas, pero que demuestra su faceta de bruja con intereses por el ocultismo que sigue siendo coherente con su persona(je). Quien no haya sospechado hasta entonces la vena peligrosa que se mueve por debajo de las resplandecientes superficies que distinguen los videoclips de Lana es porque no ha estado observando detenidamente.
8- Bad Habits (Ed Sheeran, Dir. Dave Meyers): Bad Habits es el mejor video musical en la carrera de Ed Sheeran hasta ahora, aunque eso no signifique mucho considerando que la competencia que le precede no es particularmente memorable y solo Shivers, estrenado posteriormente, se le acerca. Cuando un artista pop lanza un video que suscita comparaciones con Thriller de Michael Jackson enseguida significa que está intentando jugar en las grandes ligas del estrellato pop y que pretende ser parte de un panteón selecto. Ha tomado el buen camino al juzgar por los resultados de este video en el cual Ed Sheeran es un vampiro glam (maquillaje escarchado, traje fucsia) que asedia una ciudad aterrada junto a una banda de criaturas con afilados colmillos al igual que él. Porque sigue tratándose de Ed Sheeran y cabe suponer que no quiere alejar a su público base (ese que lo adora por sus baladas románticas y su look conservador), pues no debemos esperar actos de violencia ni rastros de gore (algo que habría puesto el video unos puestos más arriba). Sin embargo, es mucho más que un intento de Sheeran para dejar de ser estéticamente aburrido, incluyendo un encuentro con su “viejo yo” el cual se desinfla ante su toque de la muerte, y le sirve como test de que explorar cosas nuevas de vez en cuando serían beneficiosas para su carrera. Si esto es una declaración de que el viejo Sheeran no puede venir al teléfono porque está muerto, pues el cantante disipa las dudas enseguida cuando la salida del sol no le afecta como al resto de sus compañeros y le permite volver a ser el confiable Sheeran que toca guitarra en las azoteas (no puede decirse que el cantante no es honesto). Bad Habits inspiró un artículo de Pitchfork donde declaraban que su intento por parecer “edgy” era un síntoma de que la era de la extravagancia freak- infiltrada en el mainstream por Lady Gaga y heredada años más tarde por Billie Eilish- había alcanzado su comodificación y obsolescencia total cuando alguien tan vainilla como Sheeran podía hacer uso de ello. Las declaraciones de Pitchfork son en exceso dramáticas y es una lástima que si un artista finalmente se atreve a escuchar las críticas en su contra, e intenta reinventarse para ofrecer algo que hasta entonces no había probado, reciba burlas por ello. No sé en que beneficia a la cultura pop que Sheeran se mantenga en sus límites cuando precisamente cada vez que una estrella de esta magnitud sale de la caja en la cual quedó confinado, la música pop se renueva por encima de las fórmulas. Nuevamente recordemos que Pitchfork no se tomó la molestia de compilar una lista de mejores videos del año, pero si de escribir un artículo entero para atacar el videoclip de un cantante y hasta poner en duda el trabajo de sus colegas que le precedieron. Quizá la muerte que deba ser declarada es de otra naturaleza.
7- Prada/Rakata (Arca, Dir. Frederik Heyman & Arca): Alejandra Ghersi, la cantante y compósitora transgénero venezolana conocida artísticamente como Arca, ha ascendido en los últimos años hasta convertirse en una de las artistas visuales más desafiantes además de ser una necesaria representante queer en el paisaje del pop contemporáneo. Ya de por sí su trabajo en la música electrónica y otros géneros, así como sus colaboraciones artísticas con titanes de la industria (Björk, Kanye West, Lady Gaga), son una prueba de su vena experimental no apta para todos los oídos. En términos estéticos sus videos musicales están a la altura de la rareza y vanguardia que distingue su música, sobre todo gracias al óptimo uso de la tecnología de efectos digitales que le permiten a la artista- y los directores con los que colabora- a crear lienzos hiperrealistas que toman el cuerpo maleable y genderfluid de Arca para representarlo transformado, deificado y en conformidad con sus fantasías más revolucionarias. Ciertamente en un país como Venezuela donde los discursos conservadores sobre género y sexualidad rara vez son confrontados, Arca es la clase de artista que es prácticamente desconocida en su lugar de origen comparado con su recepción internacional. No obstante, en Prada/Rakata Arca denuncia esos orígenes criollos al encarnar a María Lionza (una deidad indígena) tal y como fue inmortalizada en la estatua de Alejandro Colina que muestra a la reina/diosa india cabalgando una danta. En otras de las instalaciones digitales presentadas en el video vemos a Arca como una mujer-maquina en constante reconstrucción de su cuerpo y el de otros, a veces con resultados monstruosos (una sirena mecánica con metralla en mano sobre una pirámide de cadáveres; o alada y con dos cabeza, rodeada de esqueletos) y otras veces en comunión con otredades (danzando junto a sus clones o con una contraparte musculosa y con cola). Para Arca el cuerpo es una unidad de medida que no debe ser tomada como definitiva, ni siquiera para limitarnos como individuos. Prada/Rakata está plagada de monstruos que exponen sin miedo una distopía sin genitales y acaban trascendiendo los binarismos. El paraíso de los otros es el infierno de los unos.
6- Industry Baby (Lil Nas X & Jack Harlow, Dir. Christian Breslauer): 2021 fue el año de Lil Nas X y todos fuimos espectadores de su ascenso indetenible hacia las estrellas. Cada nuevo video musical suyo produjo controversias y conversaciones, a la vez que fueron aportes inconmensurables para la relevancia y supervivencia del videoclip como obra de arte. Tras años de lanzamientos de singles que pasaron sin pena ni gloria y luego de una temprana fama gracias al mega-hit Old Town Road, el artista estaba a punto de situarse en el terreno sospechoso de los one hit wonders. Por su parte, el lanzamiento de su disco debut Montero, marcó la re-introducción de Lil Nas X en el firmamento pop coincidiendo de paso con su coming out como gay. Orgullosamente negro y queer, y con una disposición inmediata a refutar sus críticos más incisivos, el artista pasó a convertirse en la temida pesadilla de la supremacía blanca, cristiana, conservadora y mayormente republicana que define una importante porción demográfica de Estados Unidos. A su vez su existencia y éxito fueron la promesa largamente vaticinada y finalmente cumplida de las utopías liberales que demandaban una estrella pop masculina de tales características. Pero Lil Nas X es más que un token o un boogeyman, y cualquier intento por comprenderlo sin profundizar en sus complejidades individuales será errada. Entretanto sus videos musicales nos permiten acercarnos mejor a su psique y visión artística del mundo, donde el homoerotismo cobra amplio protagonismo como nunca antes lo ha explorado un artista masculino consumido masivamente por el mainstream. Industry Baby propone un giro al tradicional video bad-ass de un rapero que presume de sus logros presentando al cantante en una fantasía carcelaria gay que bien podría ser el punto de partida de una película porno. Nas limpia sus Grammys y discos de platino en su celda luciendo su cuerpo atlético y tatuado, baila desnudo en las duchas junto a sus compañeros de celda (o con uniformes en el patio de recreo) y planea un gran escape (en la tradición de Escape From Alcatraz y The Shawshank Redemption) con la ayuda de Jack Harlow (el único elemento de inmutable heterosexualidad dentro del video). La asociación de ambos artistas en un mismo video representa un acto de fraternidad más poderoso de lo que parece teniendo en cuenta como el estigma de la homofobia ha lastrado históricamente al hip-hop (y por si quedaban dudas la reciente controversia con DaBaby confirma que no es una tara dejada en el pasado). Sexy, provocativo y valiente, Lil Nas X cuelga el sombrero vaquero y escapa para siempre de cualquier celda que intente definir lo que una estrella pop exitosa debe restringir o guardar para sí mismo si quiere triunfar. Con él se abren puertas para que entren legiones.
5- I Bet You Think About Me (Taylor Swift ft. Chris Stapleton, Dir. Blake Lively): Los seguidores de la carrera de Taylor Swift conocen la historia de memoria: tras su voluntaria salida de la disquera Big Machine, los masters de las canciones contenidas en sus primeros seis discos fueron retenidos como una especie de castigo simbólico por parte de una compañía negada a soltar del todo a una de sus talentos más invaluables. Que la disputa además estuviera mediada por los problemas personales entre Swift y Scooter Braun (manager de Justin Bieber, Ariana Grande, Demi Lovato y otros artistas, quien adquirió la disquera), y al cual ella calificó como uno de los bullies y saboteadores más notorios de su carrera, solo incrementó la imposibilidad de llegar a un acuerdo pacifico entre las partes. Alimentando su fama de reina del drama y las querellas, Taylor Swift siempre pelea las batallas que otros no pueden darse el lujo. Sus disputas han puesto al descubierto que los artistas enfrentan constantes atentados contra sus derechos de autor o a la hora de lograr acuerdos económicos justos; además de servir como termómetro de los niveles de opresión y misoginia que siguen manteniéndose solapadamente en la industria. Si Taylor pierde una batalla siempre consigue la manera estratégica de salir ganando al final del día, y en el caso de su desacuerdo con Big Machine la solución ha sido regrabar y relanzar sus discos viejos con nuevas vocales sin alterar (o no demasiado) las composiciones según su producción original. Esta oportunidad creativa y comercial le ha permitido a su vez rescatar material descartado de sus pasadas eras musicales para darles vida y propósito como material fresco y novedoso como es el caso de I Bet you Think About Me, un dueto con el cantante country Chris Stapleton, como parte del relanzamiento de Red (Taylor's Version); su aclamado disco del 2012 y que muchos consideran el mejor de su carrera además de anticipar ese punto de transición entre el country y el pop que sería radicalmente definitivo con 1989.
Si bien el cortometraje dirigido por Taylor Swift para acompañar el relanzamiento de All Too Well -en su versión inédita de 10 minutos- fue el aporte artístico audiovisual más importante de la cantante en el 2021, el videoclip para I Bet You Think About Me fue una propuesta más tradicional según las convenciones del formato que también merece ser resaltado. Marcando el debut como directora de la actriz (y bestie de Swift) Blake Lively y co-escrito junto a la cantante, el video cuenta con la presencia de Milles Teller como protagonista (y la ausencia de Stapleton, a quien solo escuchamos como la voz masculina del dueto). El video además contó con una preciosa dirección de fotografía a cargo de Mathew Libatique (Black Swan, A Star Is Born, The Prom). Fiel a su canon videográfico, el videoclip pone en escena una clásica fantasía de venganza donde Taylor Swift demuestra ese otro lado en la cara de su espíritu romántico, el que sale a relucir cuando es defraudada en el amor y alguien debe pagar por ello. Teller es un recién casado que ensaya su discurso para la recepción nupcial en la cual ha sido invitada la ex con la cual puede que aún tenga sentimientos no resueltos (Taylor, por supuesto). Swift en cambio no tiene duda de ello, con ganas de finiquitar tales asuntos pendientes convirtiéndose en un fantasma del pasado incómodo que amenaza con arruinar el día para su antiguo enamorado. A lo largo del video el color rojo es una pista visual (y un guiño sobre la era a la cual pertenece el video) que anticipa el peligro y la pasión de Swift, a medida que se pasea entre los invitados siendo la única que lleva un traje rojo, da un discurso emborrachado donde le regala una bufanda roja a la novia (otro referente clásico de la era Red), agarra un puñado de la torta red velvet antes de ser servida y su sola presencia será un recordatorio constante de lo que el novio perdió por no haberla elegido. En un momento de reimaginación lalandesca Teller baila con Swift, como si ella hubiera sido la esposa con la que se casó, pero de vuelta a la realidad el traje de novia se tiñe de rojo y ella le da una despedida agridulce que confirma que ninguno de los dos ha seguido adelante realmente. Las historias de amor que cuenta Taylor Swift a través de sus videos y canciones, y las cuales a menudo son diseccionadas exageradamente según sus correspondencias biográficas, son un regalo para cada enamorado anhelante o traicionado que fantasea con que si las cosas no serán distintas al menos las injusticias no quedarán impunes. No todas las venganzas requieren que la sangre corra, aunque ese sea justamente el color de quienes aman en rojo y fueron abandonados a su suerte.
4- Your Power (Billie Eilish, Dir. Billie Eilish): Con frecuencia suponemos que los mejores videos musicales son las superproducciones espectaculares de una estrella pop o los conceptos bizarros y provocadores de artistas indies que atraen controversia como consecuencia natural de su diseño. A veces un concepto simple amparado por el star power de un rostro conocido o una metáfora visual tan directa como potente son suficientes para dejar huella. Ambos elementos se cumplen en el videoclip Your Power, una propuesta de videoclip de autor dirigida por la mismísima cantante como parte de la promoción de su largamente esperado nuevo disco el cual fue titulado (probablemente con sarcasmo) Happier Than Ever. La artista pasó con éxito la "prueba del segundo disco" (para muchas estrellas pop es un test de supervivencia que debe confrontar la sombra de un debut exitoso) sin un bajón considerable, pese a no haber producido todavía un hit tan omnipresente como Bad Guy. Afortunadamente Eilish no se deja devorar por las expectativas ajenas y sigue su propio ritmo de trabajo, a la vez que no traiciona el carácter rebelde e indomable que la hizo famosa en primer lugar (aunque algunos tengan tontas reservas respecto a su estrenada cabellera rubia). Eilish explora en Your Power la idea de estar atrapada en una relación de poder abusiva contando exclusivamente con su presencia en una cima solitaria (el video comienza con una toma aérea sobre las montañas hasta revelar a la cantante sentada en el terreno árido, rocoso y a prueba de vértigos) hasta que se revela que su único acompañante es una anaconda que lentamente va rodeando su cuerpo y amenaza con asfixiarla. La metáfora es clara y va en conformidad con la letra de la canción, la cual Eilish entona con pasividad y la mirada extraviada de quien se ha resignado a dejarse vencer por la subyugación de otro más poderoso, probablemente por amor. La temática es fuerte sobre todo considerando la juventud de la cantante, remitiendo inevitablemente al clásico caso de relaciones en que una mujer joven es seducida por alguien mayor y más experimentado que aprovecha la inocencia del otro para explotarla y convertirla en su fuente de poder. Hasta la fecha se desconoce si es una confesión por parte de Eilish, pero la metáfora expresada con madurez en el video y expuesta de un modo más literal en la canción conecta con experiencias universales que muchos han padecido. La canción termina sugiriendo que "poder no es dolor", una definición inquietante que daría cabida a un probable silogismo. Así como el poder no es dolor, es probable que tampoco sea amor por mucho que intenten convencerte de lo contrario.
3- All I Know So Far (P!nk, Dir. Dave Meyers): Estaré contigo hasta que el mundo estalle. Pink es la veterana más prominente figurando dentro de la lista, en un raro año ausente de leyendas y mayormente definido por las propuestas músico-visuales de artistas que no han cumplido ni un lustro de carrera. 2021 confirmó que hay una nueva guardia recogiendo la antorcha de anteriores generaciones de estrellas pop, mientras estas siguen trabajando y aportando videos musicales como en el caso de Pink. All I Know So Far es uno de sus mejores videos y uno de los más directamente biográficos donde la cantante cuenta su vida y pondera tanto sus triunfos artísticos como personales a modo de cuento de hadas para dormir a su hija Willow. Principalmente su relato engalanado por metáforas visuales le recuerda a su audiencia de dónde ha venido y hacia dónde puede seguir llegando la popstar rebelde que en su momento fue un ídolo en directo contraste con el éxito de otras colegas de su generación (Britney Spears y Christina Aguilera, específicamente). Hace mucho tiempo que Pink ha dejado de ser la "chica mala del pop", pero siempre se ha distinguido por ser una de las más inteligentes. Ahora es una mujer adulta, que además de ser madre y esposa, ha mantenido una carrera de estrella pop sólida. Ella es un ejemplo positivo que contradice la noción de que la fama es una recompensa solitaria y deshumanizadora. Como en todo cuento de hadas hay elementos de sombra y oscuridad que la heroína ha enfrentado con éxito, tal como lo refleja el retrato de una infancia difícil siendo criada por una madre alcohólica (interpretada por Judith Light), un símbolo que seguramente ha sido fuente de preocupaciones en relación a su propia relación con la maternidad (y en el video, de su rol como madre de una niña con la cual no cometerá los mismos errores de su progenitora), siendo este un fantasma al cual eventualmente deberá perdonar (un abrazo de contrición posterior representa una imagen de gran poder emocional). All I Know So Far también ahonda en los retos que afronta compartir una vida en pareja (su esposo también aparece en el video). Pink representa su historia de amor con el deportista Carey Hart como un romance épico, pero sin dejar de lado que un matrimonio no es un happy ending perenne. Este reconocimiento maduro es digno de aplauso, sobre todo porque es expresado con humor macabro (la cantante nunca ha sido adepta de lo cursi) expresado en las distintas veces en que mata a su esposo dentro del video. En cuanto a su evolución como artista el video incluye montones de referencias a videos musicales pasados salpimentados con algunos homenajes cinematográficos (Titanic, Terminator 2, The Lord of the Rings) y es idóneo que haya sido dirigido por Dave Meyers, un colaborador artístico con el cual Pink ha trabajado en otras quince oportunidades a lo largo de veinte años. Por su parte, el cameo más icónico es el de Cher como una deidad que ayuda a Pink para que complete su travesía heroica. All I Know So Far es una carta de amor a la creación artística, a la familia y sobre todo a la identidad individual de una mujer que aprendió a darle un propósito a su rabia y acabó conciliando las dicotomías entre disfrutar de una carrera exitosa y cuidar de una familia. Pink ha visto y conquistado sus mundos soñados sin perder el alma en el proceso, y ningún final feliz será tan poderoso y satisfactorio como esa victoria ganada a diario.
2- Thats What I Want (Lil Nas X, Dir. Stillz): Montero Lamar Hill, conocido por su seudónimo artístico Lil Nas X, posee la furia creadora de un artista que recién ha desplegado sus alas para mostrar cuán lejos puede llegar. El límite de su cielo podría ser sentarse cómodamente a disfrutar del dinero, la atención y las alabanzas por los números #1 alcanzados en las cimas de las listas musicales, así como malabarear la prensa gratuita que ha recibido desde que se convirtió en un agent provocateur que atrae fácilmente la ira de figuras políticas conservadoras prominentes que necesitan hacer actos performativos de indignación en modo pero, ¿alguien piensa en los niños? para desviar la atención sobre asuntos verdaderamente importantes. De ser así, el cantante y rapero puede descansar en los laureles tranquilamente. Pero a solo unos meses de haber causado revuelo con Montero (Call Me By Your Name) e Industry Baby, distinguidos por la orgullosa celebración de su identidad sexual, que lanzara también un video como Thats What I Want delató enseguida que Nas no solo quiere ganar el juego sino transformarlo un videoclip a la vez. Si en los anteriores videos celebraba y se cebaba en el homoerotismo sin concesiones ni remordimientos (algo refrescante proviniendo de un artista pop masculino fuera del closet), su trilogía desvergonzadamente queer es completada con una temprana revelación de pathos anhelante y autoconfesional que aborda uno de los grandes temas tabú relativos a la experiencia de ser gay, la constante preocupación de hallar alguien que nos ame y que de cierto modo nos salve de un presupuesto destino de soledad. Algunos preferirían llamarlo temor infundado, una idea tóxica reforzada y heredada tras tantos años de prejuicio y dificultades inherentes a las métricas subjetivas de ser considerados "minoría" o "diferentes", y que lo han convertido en una profecía contra la cual debemos pelear o resignarnos. También es cierto que hallar el amor en la escena gay, por así decirlo, no es precisamente un jardín de rosas; por mucho que insistamos en la propaganda centrada en la libertad de amar como nos plazca y las dudas naturales sobre si realmente queremos relaciones monógamas conservadoras o simplemente nos corresponde romper- o como mínimo cuestionar- la cadena de imposiciones y performances que aún nos atan a la cultura heteronormativa. Pero, ¿quien no quiere amar y ser amado exclusivamente como si no hubiera otra persona en el mundo? Al menos Lil Nas X comprende que donde termina la emancipación de quienes somos como personas, comienza la búsqueda por completarse mediante el amor que sentimos hacia otros.
En el video, Nas es un jugador de fútbol americano cayendo como un meteorito en un campo de juego universitario (el planeta Montero tiene una prisión pero también una universidad) y cruzando miradas con otro jugador (el bailarín Yair Ariza), con quien tendrá un encuentro sexual apasionado (con protección) en las duchas; siguiendo con la tradición del cantante de mostrar actos de amor y erotismo homosexual con naturalidad. En otra escena ambos visten de vaqueros alrededor de una fogata durante una noche de camping, en un homenaje directo a Brokeback Mountain que sirve como advertencia del rumbo que tendrá esta atracción romántica. Cuando el cantante decide sorprender a su enamorado visitándolo en su hogar descubre que tiene esposa e hijos, y su llanto mientras maneja es otro homenaje visual al momento en que Jack Twist despide a Enis Del Mar en el clásico film. Las últimas imágenes donde Lil Nas X aparece vestido de novia (en una liturgia oficiada por Billy Porter como sacerdote) y mirando a la cámara con un rostro suplicante son las de mayor impacto, no por su feminización sino por la honestidad con que se atreve a resentir el peso de la soledad y no saberse debidamente amado. Hay algo de Miss Havisham en todo hombre gay y ese reconocimiento trágico de que "no tendremos el amor que esperamos" es un momento clave para nuestra formación emocional, aun cuando en realidad solo se trate de un arquetipo contra el que luchamos, refutamos, contradecimos y, sí, en ocasiones a pesar del cual triunfamos hasta dejarlo atrás porque no necesariamente se trata de un destino. Sin embargo, se agradece que Nas no autocensure sus miedos y frustraciones con el mismo coraje con el cual se ha atrevido a ser el caballero andante que hoy cabalga al frente para derrotar los monstruos de la homofobia. Justamente hay aquí una mayor prueba de heroísmo a la hora de exponer la vulnerabilidad propia, ese fondo sagrado y hermoso en el cual reside nuestra dignidad.
Mención Especial: All Too Well (Taylor Swift, Dir. Taylor Swift): Como parte del relanzamiento de Red (Taylor’s Version), la gran novedad fue la versión de diez minutos de All Too Well que le dio una nueva vida a una de las canciones que en su versión original ya muchos consideraban como la mejor de todo su repertorio en términos de composición, letra y resonancia emocional. Los expertos en rumorología Swiftiana que intentan establecer un timeline sobre para quién fue escrita tal o cual canción saben de sobra que All Too Well, como otras canciones de la era Red, corresponden a sus meses de noviazgo con el actor Jake Gyllenhaal. De todas las relaciones de Taylor Swift con hombres famosos, su romance corto con Gyllenhaal es el que mayor interés ha despertado entre fans y no fans de la cantante. Codigos como la “bufanda roja” dejada en casa de su hermana según lo expresado por la canción (la hermana de Jake, es la famosa actriz y directora Maggie Gyllenhaal) han alimentado el carácter mítico de este romance. Entretanto, Gyllenhaal y Swift no podrían ser dos celebridades más distintos en su relación con la fama. Por un lado el actor es extremadamente cuidadoso con su privacidad, rehuyendo casi siempre preguntas de carácter personal en entrevistas y pidiendo que se ponga atención sobre su trabajo y no otra cosa (y ciertamente es un trabajo que amerita atención, porque es uno de los grandes actores de su generación). Swift en cambio es una cantante que ha convertido la autoconfesión en parte fundamental de su identidad artística, y aunque ella no hable directamente en entrevistas sobre sus romances, y con quienes los ha vivido específicamente, ella deja que sus canciones cuenten por sí solas las historia de amor y desamor vividas. Al ser una compositora y cantante, su vida personal es también su obra, mientras que para un actor las vidas de otros, las ficcionadas y recreadas, son su cuerpo de trabajo. Ahora bien no ha habido en la carrera de Taylor Swift un momento más radical en la expresión de contenidos biográficos sobre su vida amorosa, y prácticamente una década más tarde desde que ocurriera esta relación, que el brillante, doloroso y esclarecedor cortometraje All Too Well.
Escrito y dirigido por Swift, el cortometraje documenta el carácter de esa relación que suponemos fue la vivida por ella con Jake Gyllenhaal (un secreto a voces a estas alturas). Protagonizado por Sadie Sink y Dylan O’Brien, los actores encarnan respectivamente la pareja sin nombres que es inevitable no asociar con Taylor y Jake. En el transcurso de sus catorce minutos de duración, Swift confirma que es una narradora visual tan competente y efectiva como lo es a través de las historias que cuentan sus canciones. Con la estética de una película indie, amplio espacio para diálogos y desarrollo de personajes, y elaborado en torno a una canción que cumple la función de narrador en relación a las imágenes pero sin ser interpretada diegéticamente, All Too Well es crudo, honesto y con un balance entre el romanticismo esperanzado (bufanda roja incluida) y su encontronazo con la realidad. El acercamiento lúcido de la propuesta comprende que el amor por sí solo puede que no sea suficiente; especialmente cuando dos personas son tan distintas. Hay un elemento de autocrítica donde Swift no pone a su alter-ego femenino como víctima de las circunstancias, ni tampoco a la contraparte masculina como un villano. Como en toda relación amorosa hay complejidades que no pueden ser divididas en lados correctos o incorrectos. Probablemente toma diez años tener la suficiente distancia y madurez para reflexionar sobre esos matices, y Swift es incisiva en la observación de este relato evitando a toda costa la autocompasión. Las discusiones entre la pareja y sus respectivas reconciliaciones ponen en escena el egoísmo y la ingenuidad de ella así como la “crueldad en nombre de ser honesto” por parte de él. Su inexperiencia jugó en contra de la joven enamorada, mientras que la crítica va por ambos lados cuando la canción recuerda: “yo envejezco, pero tus amantes siguen teniendo mi edad”.
A medio camino entre el cine y el video musical, All Too Well es el tipo de obra maestra audiovisual que representa un punto alto sobre el trabajo que los artistas musicales como autores pueden lograr. Este tipo de integración donde además una compositora que cuenta historias se atreve a darles vida mediante imágenes fílmicas nos invita a ponderar las obras de este tipo de artistas para apreciarlos no solo como músicos sino como artistas visuales y autores de videoclip. Estos trabajos audiovisuales son parte de un cuerpo de trabajo mayoritario que debe ser inseparable del análisis en torno al resto de su obra. Volviendo al cortometraje su epígrafe introductorio es una frase de Pablo Neruda que reza es tan corto el amor y tan largo el olvido; pero, en el caso del artista, olvidar es también crear. Y tal creación es un acto de renuncia donde lo más íntimo y personal es entregado al mundo, sabiendo que algún día se borrarán las huellas de su referente original. La obra queda como tributo de un milagro inasible a pesar y gracias a todo el dolor y la dicha que lo precede. Sí, incluso si es el amor entre dos celebridades famosas a escala global, eventualmente se olvida los quienes y los cuando. Lo que prevalece no es el amor que alguna vez profesamos sino lo que hacemos luego para preservarlo. Así lo llamemos olvido, el amor acaba cuando la memoria comienza.
1- Montero (Call Me By Your Name) (Lil Nas X, Dir. Lil Nas X & Tanu Muino): La defensa del video musical como arte se sostiene y se renueva cada cierto tiempo gracias a la aparición de un video musical que conmociona a la cultura pop de su tiempo, alzándose como un objeto de interés alrededor del cual se establecen debates airados (desde los aspectos estéticos hasta los ideológicos) y que subraya las ilimitadas posibilidades del formato como herramienta de creación audiovisual. En el 2021 no hubo un video tan controversial ni más instantáneamente icónico como lo fue Montero (Call Me By Your Name), donde su aparente razón de ser como acto de provocación es solo la punta del iceberg de su grandeza. Desde ya puede considerarse uno de los videos musicales imprescindibles del siglo XXI y una de las propuestas que mejor ejemplifican la existencia del videoclip de autor, un concepto que nos invita a definir a algunos cantantes y estrellas pop como artistas visuales que son la razón de ser y el espíritu guía del videoclip en general cuando trasciende su relación con el comercio como mero objeto de consumo.
En primer lugar Montero es importante porque establece los parámetros visuales que confirman el coming out de Lil Nas X como un artista abiertamente gay. La puesta en escena ejemplifica su viaje interior al fondo de su identidad (humana, artística, queer) sugiriendo que la orientación sexual del cantante no solo es una característica de su ser, sino que también fuente de trabajo e inspiración de la cual se retroalimenta su obra. Esto lo convierte en el caso más exitoso en la memoria reciente (en cuanto a difusión masiva y performance comercial) de artista pop gay que también es creador de arte queer (no todos los artistas homosexuales tienen una obra empíricamente queer). Esta afirmación es posible porque Montero (Call Me By Your Name) construye un universo estético tan auténtico que dentro de sus propias convenciones es un "nuevo mundo" paralelo a la realidad que conocemos. Incluso como simulacro y artificio, ese mundo mítico (hasta cierto punto bíblico) que se consigue mediante un innovador uso de efectos digitales es una creación voluptuosa, sensorial y visualmente estimulante que no se parece directamente a nada concreto aunque tenga la huella familiar de muchos referentes reconocidos abiertamente (el título conecta directamente con la película y libro Call Me By Your Name, una historia coming of age que cuenta un romance entre dos hombres, mientras que el director cita como influencia primordial la obra de El Bosco).
Ciertamente, Montero tiene mucho de pictórico, donde cada escena es un lienzo que cobra vida con símbolos y metáforas que enriquecen la historia cuya introducción creacionista lo muestran como el único hombre del mundo siendo seducido por la serpiente de un jardín edénico (dicha serpiente tiene características físicas masculinas, es seguro decir que el acercamiento sexual en cuestión es manifiestamente gay). A medida que su universo avanza y evoluciona, como un espejo fantástico de nuestro propio mundo, Nas es un mártir apresado y juzgado como acto de entretenimiento, una figura mesiánica destinada a ascender al cielo entre criaturas aladas hasta que toma la decisión de descender al infierno a medio camino, con el propósito de vencer al Diablo y conquistar su reino. Y por descender nos referimos a deslizarse por un tubo de pole dance, por vencer significa seducir al demonio con un lap-dance antes de torcer su cuello y por conquistar implica sustituir al rey del inframundo como su nuevo ángel caído. La desfachatada distorsión del imaginario religioso, concretamente cristiano, es un gatillo intencional para generar reacciones airadas por parte de los grupos conservadores que pavlovianamente reaccionaron al videoclip para llamarlo una abominación.
Conforme al espíritu de creación queer, Lil Nas X ha tomado las ofensas, insultos y ataques colectivos (ser gay como pecado, enfermedad, deformidad, amenaza social) que han atentado históricamente contra personas como él, apropiándose de esos calificativos hirientes como un acto de venganza, una declaración orgullosa de principios donde su Satán es mas Miltoniano que evangélico ("reinar en el infierno antes que servir en el cielo"). El ángel Montero no quiere tu perdón ni tu aceptación, porque estas son concesiones que confirman que hay algo incorrecto y podrido que debe ser corregido o sanado. Como obra de arte audiovisual, Montero desafía a la homofobia en sus propios términos, ejemplificando y encarnando la pesadilla temida por sus detractores, devolviendo el cúmulo de ofensas recibidas no como algo monstruoso sino como arte de innegable belleza. Un triunfo individual que se extiende hasta el colectivo que su identidad representa. Transgresor, político y revolucionario sin ser obvio ni panfletario, el videoclip Montero (Call Me By Your Name) disipa cualquier duda sobre si el video musical se está volviendo obsoleto y es la clase de trabajo que demanda la existencia de una cobertura crítica profesional lo suficientemente desarrollada y amplia para que la discusión no se quede inscrita exclusivamente en reportajes sensacionalistas o riñas a través de redes sociales. Este segundo aspecto en el cual sigo insistiendo, y que escapa a la responsabilidad de los artistas visuales y autores de videoclips, sigue siendo un reto pendiente a la espera de disciplinados creyentes.